Julia de Burgos
Poeta y
activista social puertorriqueña (n. 1914, Carolina, Puerto Rico
- m. 1953, Nueva York, EE.UU.).
VIDEO BIOGRÁFICO
- BREVE INTRODUCTORIO
“La vida de Julia de Burgos” (duración 5 min.)
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enalce:
https://www.youtube.com/watch?v=tBg2V3dJ-yc
SELECCIÓN DE NUEVE
POEMAS DE JULIA DE BURGOS
(1) A JULIA DE BURGOS
(Recitado
de Camil L. Valentín: https://www.youtube.com/watch?v=ktiCH4oj8Fo)
(Versión
de Leonard Bernstein - https://www.youtube.com/watch?v=nwZRUdwReLw)
Ya las gentes murmuran que yo soy
tu enemiga
porque dicen que en verso doy al mundo tu yo.
Mienten, Julia de Burgos.
Mienten, Julia de Burgos.
La que se alza en mis versos no es tu voz: es mi voz
porque tú eres ropaje y la esencia soy yo; y el más
profundo abismo se tiende entre las dos.
Tú eres fría muñeca de mentira
social,
y yo, viril destello de la humana verdad.
Tú, miel de cortesana
hipocresías; yo no;
que en todos mis poemas desnudo el corazón.
Tú eres como tu mundo, egoísta;
yo no; que en todo me lo juego a ser lo que soy yo.
Tú eres sólo la grave señora
señorona; yo no,
yo soy la vida, la fuerza, la mujer.
Tú eres de tu marido, de tu amo;
yo no;
yo de nadie, o de todos, porque a todos, a
todos en mi limpio sentir y en mi pensar me doy.
Tú te rizas el pelo y te pintas;
yo no;
a mí me riza el viento, a mí me pinta el sol.
Tú eres dama casera, resignada,
sumisa,
atada a los prejuicios de los hombres; yo no;
que yo soy Rocinante corriendo desbocado
olfateando horizontes de justicia de Dios.
Tú en ti misma no mandas;
a ti todos te mandan; en ti mandan tu esposo, tus
padres, tus parientes, el cura, la modista,
el teatro, el casino, el auto,
las alhajas, el banquete, el champán, el cielo
y el infierno, y el que dirán social.
En mí no, que en mí manda mi solo
corazón,
mi solo pensamiento; quien manda en mí soy yo.
Tú, flor de aristocracia; y yo,
la flor del pueblo.
Tú en ti lo tienes todo y a todos se
lo debes, mientras que yo, mi nada a nadie se la debo.
Tú, clavada al estático dividendo
ancestral,
y yo, un uno en la cifra del divisor
social somos el duelo a muerte que se acerca fatal.
Cuando las multitudes corran alborotadas
dejando atrás cenizas de injusticias quemadas,
y cuando con la tea de las siete virtudes,
tras los siete pecados, corran las multitudes,
contra ti, y contra todo lo injusto y lo inhumano,
yo iré en medio de ellas con la tea en la mano.
(2) CANCIÓN HACIA ADENTRO
¡No me recuerdes! ¡Siénteme!
Hay un sólo trino entre tu amor y mi alma.
Mis dos ojos navegan
el mismo azul sin fin donde tú danzas.
Tu arco-iris de sueños en mí tiene
siempre pradera abierta entre montañas.
Una vez se perdieron mis sollozos,
y los hallé, abrigados, en tus lágrimas.
¡No me recuerdes! ¡Siénteme!
Un ruiseñor nos tiene en su garganta.
Los ríos que me traje de mis riscos,
desembocan tan sólo por tus playas.
¿Hay confusión de vuelos en el aire?
¡El viento que nos lleva en sus sandalias !
¡No me recuerdes! ¡Siénteme!
Mientras menos me pienses, más me amas.
(3) AMANECERES
¡Amaneceres en mi alma!
¡Amaneceres en mi mente!
Cuando se abre la puerta íntima
para entrar a una misma,
¡Qué de amaneceres!
Recoger la hora que pasa temblando a nuestro lado,
y hacerla presente,
y hacerla robusta,
y hacerla universal.
Y que cante;
y que grite;
y que se interne en todos los rincones anónimos
despertando rebeldías;
y que barra la cara de los eternos jorobados del tiempo
enfermos de no pensar;
y que cuelgue todas las canciones de rumbos burgueses,
y rompa sus segundos en un millón de himnos proletarios.
¡Amaneceres en mi alma!
¡Amaneceres en mi mente!
Cuando se abre la puerta íntima
para entrar a una misma,
¡Qué de amaneceres!
(4)DADME MI NÚMERO
Dadme
mi número - (Recitado de Mayra Santos -https://www.youtube.com/watch?v=kRl0xQ2RMFk)
¿Qué es lo que esperan? ¿No me
llaman?
¿Me han olvidado entre las yerbas,
mis camaradas más sencillos,
todos los muertos de la tierra?
¿Por qué no suenan sus campanas?
Ya para el salto estoy dispuesta.
¿Acaso quieren más cadáveres
de sueños muertos de inocencia?
¿Acaso quieren más escombros
de más goteadas primaveras,
más ojos secos en las nubes,
más rostro herido en las tormentas?
¿Quieren el féretro del viento
agazapado entre mis greñas?
¿Quieren el ansia del arroyo,
muerta en mi mente de poeta?
¿Quieren el sol desmantelado,
ya consumido en mis arterias?
¿Quieren la sombra de mi sombra,
donde no quede ni una estrella?
Casi no puedo con el mundo
que azota entero mi conciencia…
¡Dadme mi número! No quiero
que hasta el amor se me desprenda…
(Unido sueño que me sigue
como a mis pasos va la huella.)
¡Dadme mi número, porque si no,
me moriré después de muerta!
(5) PRESENCIA DE AMOR EN LA ISLA
(En Trinidad, Cuba)
Aquí mi corazón dice "te amo"...
en la desenfrenada soledad de la isla
saliéndose en los ojos tranquilos del
paisaje.
El mar asciende a veces la lápida del monte.
Es allá cielo verde, como queriendo auparse
hasta mis manos.
La loma no ha crecido más alto que una
espiga.
La tierra mira y crece.
Van detrás de los trinos saludando los
pájaros.
Aquí mi corazón, cabalgando el paraje,
dice "te amo" en el verde lenguaje
de los bosques.
Recuerdo que me hablaron una vez las
estrellas
de un rincón enterrado, sin mirada y sin
viaje,
algo así como un mundo detenido en su
historia,
como un trino extraviado, como un ala sin
ave.
Aquí quieren palomas detenerme el camino...
Centinelas ardientes de un pasado inviolable.
Una paz retraída me columpia el espíritu,
y mis pasos se tumban, como muertos, al aire.
Entre el monte y el mar, por escala de
estirpe.
¡Trinidad!, de leyenda me saludan tus calles.
Aquí mi corazón, desandándose el tiempo,
dice "te amo" en la sombra
legendaria del valle.
Para mirarnos suben sus pupilas insomnes,
cuatro siglos de auroras tirándose al
paisaje.
(6) NADA
Como la vida es nada en tu filosofía,
brindemos por el cierto no ser de nuestros
cuerpos.
Brindemos por la nada de tus sensuales labios
que son ceros sensuales en tus azules besos;
como todo azul, quimérica mentira
de los blandos océanos y de los blancos
cielos.
Brindemos por la nada del material reclamo
que se hunde y se levanta en tu carnal deseo;
como todo lo carne, relámpago,
chispazo,
en la verdad mentira sin fin del Universo.
Brindemos por la nada, bien nada de tu alma,
que corre su mentira en un potro sin freno;
como todo lo nada, buen nada,
ni siquiera
se asoma de repente en un breve destello.
Brindemos por nosotros, por ellos,
por ninguno;
por esta siempre nada de nuestros nunca
cuerpos;
por todos,
por los menos; por tantos y tan
nada;
por esas sombras huecas de vivos que son
muertos.
Si del no ser venimos y hacia el no ser
marchamos,
nada entre nada y nada, cero entre cero y
cero,
y si entre nada y nada no puede existir nada,
brindemos por el bello no ser de nuestros
cuerpos.
(7)YO MISMA FUI MI RUTA
(Versión
musicalizada https://www.youtube.com/watch?v=OACKBvi4EwA)
Yo quise ser como los hombres
quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes,
y mis pies planos sobre la tierra promisoria
no resistían caminar hacia atrás,
y seguían adelante, adelante,
burlando las cenizas para alcanzar el beso
de los senderos nuevos.
A cada paso adelantado en mi ruta
hacia el frente
rasgaba mis espaldas el aleteo desesperado
de los troncos viejos.
Pero la rama estaba desprendida
para siempre,
y a cada nuevo azote la mirada mía
se separaba más y más y más de los lejanos
horizontes aprendidos:
y mi rostro iba tomando la expresión que le venía de adentro,
la expresión definida que asomaba un sentimiento
de liberación íntima;
un sentimiento que surgía
del equilibrio sostenido entre mi vida
y la verdad del beso de los senderos nuevos.
Ya definido mi rumbo en el
presente,
me sentí brote de todos los suelos de la tierra,
de los suelos sin historia,
de los suelos sin porvenir,
del suelo siempre suelo sin orillas
de todos los hombres y de todas las épocas.
Y fui toda en mí como fue en mí
la vida…
Yo quise ser como los hombres
quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes;
cuando ya los heraldos me anunciaban
en el regio desfile de los troncos viejos,
se me torció el deseo de seguir a los hombres,
y el homenaje se quedó esperándome.
(8) RÍO GRANDE DE LOÍZA
Rio
grande de Loíza (Versión musicalizada - https://www.youtube.com/watch?v=frJKCpQHEDE)
¡Río Grande de Loíza!… Alárgate en mi espíritu
y deja que mi alma se pierda en tus riachuelos,
para buscar la fuente que te robó de niño
y en un ímpetu loco te devolvió al sendero.
Enróscate en mis labios y deja que te beba,
para sentirte mío por un breve momento,
y esconderte del mundo y en ti mismo esconderte,
y oír voces de asombro en la boca del viento.
Apéate un instante del lomo de la tierra,
y busca de mis ansias el íntimo secreto;
confúndete en el vuelo de mi ave fantasía,
y déjame una rosa de agua en mis ensueños.
¡Río Grande de Loíza!… Mi manantial, mi río,
desde que alzome al mundo el pétalo materno;
contigo se bajaron desde las rudas cuestas,
a buscar nuevos surcos, mis pálidos anhelos;
y mi niñez fue toda un poema en el río,
y un río en el poema de mis primeros sueños.
Llegó la adolescencia. Me sorprendió la vida
prendida en lo más ancho de tu viajar eterno;
y fui tuya mil veces, y en un bello romance
me despertaste el alma y me besaste el cuerpo.
¿A dónde te llevaste las aguas que bañaron
mis formas, en espiga de sol recién abierto?
¡Quién sabe en qué remoto país mediterráneo
algún fauno en la playa me estará poseyendo!
¡Quién sabe en qué aguacero de qué tierra lejana
me estaré derramando para abrir surcos nuevos;
o si acaso, cansada de morder corazones,
me estaré congelando en cristales de hielo!
¡Río Grande de Loíza!… Azul. Moreno. Rojo.
Espejo azul, caído pedazo azul de cielo;
desnuda carne blanca que se te vuelve negra
cada vez que la noche se te mete en el lecho;
roja franja de sangre, cuando baja la lluvia
a torrentes su barro te vomitan los cerros.
Río hombre, pero hombre con pureza de río,
porque das tu azul alma cuando das tu azul beso.
Muy señor río mío. Río hombre. Único hombre
que ha besado en mi alma al besar en mi cuerpo.
¡Río
Grande de Loíza!… Río grande. Llanto grande.
El más grande de todos nuestros llantos isleños,
si no fuera más grande el que de mí se sale
por los ojos del alma para mi esclavo pueblo.
(9)YO FUI LA MÁS CALLADA
Yo fui la más callada
de todas las que hicieron el viaje hasta tu
puerto.
No me anunciaron lúbricas ceremonias
sociales,
ni las sordas campanas de ancestrales
reflejos;
mi ruta era la música salvaje de los pájaros
que soltaba a los aires mi bondad en revuelo.
No me cargaron buques pesados de opulencia,
ni alfombras orientales apoyaron mi cuerpo;
encima de los buques mi rostro aparecía
silbando en la redonda sencillez de los
vientos.
No pesé la armonía de ambiciones triviales
que prometía tu mano colmada de destellos:
sólo pesé en el suelo de mi espíritu ágil
el trágico abandono que ocultaba tu gesto.
Tu dualidad perenne la marcó mi sed ávida.
Te parecías al mar, resonante y discreto.
Sobre ti fui pasando mis horarios perdidos.
Sobre mí te seguiste como el sol en los
pétalos.
Y caminé en la brisa de tu dolor caído
con la tristeza ingenua de saberme en lo
cierto:
tu vida era un profundo batir de inquietas
fuentes
en inmenso río blando corriendo hacia el
desierto.
Un día,
por las playas amarillas de histeria,
muchas caras ocultas de ambición te siguieron;
por tu oleaje de lágrimas arrancadas al
cosmos
se colaron las voces sin cruzar tu misterio…
Yo fui la más callada.
La voz casi sin eco.
La conciencia tendida en sílaba de angustia,
desparramada y tierna, por todos los silencios.
Yo fui la más callada.
La que saltó la tierra sin más arma que un
verso.
¡Y aquí me veis, estrellas,
desparramada y tierna, con su amor en mi pecho!
(10)
HIMNO DE SANGRE A TRUJILLO
Que ni muerto ni las rosas del amor te
sostengan,
General de la muerte, para ti la impiedad.
Que la sangre te siga, General de la muerte,
hasta el hongo, hasta el hueso, hasta el breve gusano condenado a tu estiércol.
Que la sangre, la sangre
se levante y te siga.
Que la sangre que heriste por los caminos reales
se levante y te siga.
La sangre campesina, descolorida sangre, buena sangre violada,
que despierte y te siga.
La que muerta, aún vigila en un rostro de madre,
que despierte y te siga.
Que la sangre que muere por tu voz cada día
se levante y te siga.
Toda tu sangre, ronco general de la muerte,
toda tu sangre en fila para siempre, y gritando
para siempre, y siguiéndote,
toda tu sangre.
General Rafael, Trujillo General,
que tu nombre sea un eco eterno de cadáveres,
rodando entre ti mismo, sin piedad, persiguiéndote,
que los lirios se tapen sus ojos de tus ojos,
vivo y muerto, para siempre;
que las flores no quieran germinar de tus huesos,
ni la tierra te albergue:
que nada te sostenga, General, que tus muertos
te despueblen la vida y tú mismo te entierres.
Dictador. ¿A qué nuevos horizontes de crimen
vuelves hoy a apuntar tu mirada suicida?
Esa cumbre de muertos donde afianzas tu triunfo,
¿te podrá resguardar del puñal de la vida?
Ese pálido miedo que otra vez te levanta,
¿durará sobre el rostro de un mundo que te espía?
Dictador de ese hermoso pueblo dominicano
masacrado en tus ansias y dormido en sus iras,
¿de qué llevas tu cetro? ¿De qué sol te alimentas?
De los hombres que muerden tu nombre cada día,
del dolor que un gran lecho te prepara en sus brazos,
pero no de la espiga:
pero no de los ríos que limpiarán el polvo
por donde te paseaste, pisoteando la vida;
pero no de las manos de los niños que crecen
abonando de nuevos universos sus risas;
pero no del futuro, dictador de la muerte,
que tu burla a una tumba con desprecio se fija.
¡Maldición, General, desde el sepulcro en armas
que reclama tu vida;
desde la voz presente de los muertos que marchan
a polvorear de cruces tu insolente conquista!
¡Maldición desde el grito amplio y definitivo
que por mi voz te busca desde todas tus víctimas!
Sombra para tu nombre, General.
Sombra para tu crimen, General.
Sombra para tu sombra.
MÁS POEMAS DE JULIA DE
BURGOS
POEMA DE LA ÍNTIMA AGONÍA
Este corazón mío, tan abierto y
tan simple,
es ya casi una fuente debajo de mi llanto.
Es un dolor sentado más allá de
la muerte.
Un dolor esperando… esperando… esperando…
Todas las horas pasan con la
muerte en los hombros.
Yo sola sigo quieta con mi sombra en los brazos.
No me cesa en los ojos de golpear
el crepúsculo,
ni me tumba la vida como un árbol cansado.
Este corazón mío, que ni él mismo
se oye,
que ni él mismo se siente de tan mudo y tan largo.
¡Cuántas veces lo he visto por
las sendas inútiles
recogiendo espejismos, como un lago estrellado!
Es un dolor sentado más allá de
la muerte,
dolor hecho de espigas y sueños desbandados.
Creyéndome gaviota, verme partido
el vuelo,
dándome a las estrellas, encontrarme en los charcos.
¡Yo que siempre creí desnudarme
la angustia
con solo echar mi alma a girar con los astros!
¡Oh mi dolor, sentado más allá de
la muerte!
¡Este corazón mío, tan abierto y tan largo!
VÍCTIMA DE LA LUZ
Aquí estoy,
desenfrenada estrella, desatada,
buscando entre los hombres mi víctima de luz.
A ti he llegado.
Hay algo de universo en tu mirada,
algo de mar sin playa desembocando cauces
infinitos,
algo de amanecida nostalgia entretenida en
imitar palomas...
Mirarte es verme entera de luz
rodando en un azul sin barcos y sin puertos.
Es inútil la sombra en tus pupilas...
Algún soplo inocente debe haberse dormido en
tus entrañas.
Eres, entre las frondas, mi víctima de luz.
Eso se llama amor, desde mis labios.
Tienes que olvidar sendas,
y disponerte a manejar el viento.
¡A mis brazos, iniciado de luz,
víctima mía!
Pareces una espiga debajo de mi alma,
y yo, pleamar tendida bajo tu corazón.
POEMA CON LA TONADA ÚLTIMA
¿Que adónde voy con esas caras tristes
y un borbotón de venas heridas en mi frente?
Voy a despedir rosas al mar,
a deshacerme en olas más altas que los pájaros,
a quitarme caminos que ya andaban en mi corazón como raíces...
Voy a perder estrellas,
y rocíos,
y riachuelitos breves donde amé la agonía que arruinó
mis montañas
y un rumor de palomas
especial,
y palabras...
Voy a quedarme sola,
sin canciones, ni piel,
como un túnel por dentro, donde el mismo silencio
se enloquece y se mata.
Nadie.
Iba yo sola.
Nadie.
Pintando las auroras con mi único color de soledad.
Nadie.
Repitiéndome en todas las desesperaciones.
Callándome por dentro el grito de buscarte.
Sumándome ideales en cada verdad rota.
Hiriendo las espigas con mi duelo de alzarte.
¡Oh desaparecido!
¡Cómo injerté mi alma en la azul para hallarte!
Y así, loca hacia arriba,
hirviéndome los ojos en la más roja luz para
lograrte,
¡cómo seguí la huida de mi emoción más ávida
por los hospitalarios oros crepusculares!
Hasta que una mañana...
una noche...
una tarde...
quedé como paloma acurrucada,
y me encontré los ojos por tu sangre.
Madrugada de dioses
maravillosamente despertaron mis valles.
¡Desprendimientos! ¡Cauces!
¡Golondrinas! ¡Estrellas!
¡Albas duras y ágiles!
Todo en ti: ¡sol salvaje!
¿Y yo?
—Una verdad sencilla para amarte.
ALBA DE MI SILENCIO
En ti me he silenciado…
El corazón del mundo está en tus
ojos, que se vuelan
mirándome.
No quiero levantarme de tu frente
fecunda
en donde acuesto el sueño de
seguirme en tu alma.
Casi me siento niña de amor que
llega hasta los pájaros.
Me voy muriendo en mis años de
angustia
para quedar en ti
como corola recién en brote al
sol…
No hay una sola brisa que no sepa
mi sombra
ni camino que no alargue mi
canción hasta el cielo.
¡Canción silenciada de plenitud!
En ti me he silenciado…
(La hora más sencilla para amarte
es ésta
en que voy por la vida dolida del
alba.)
23 DE SEPTIEMBRE
23 de septiembre, vivo en el
horizonte
de la sangre que marcha en
victoria suprema
vivo en la voz del tiempo con
grito que muerde
la cobarde conquista de las viles
banderas;
vivo en el gran desfile de todos
los patriotas
que murieron de ira y de ira
despiertan;
vivo en todas las luces de todas
las estrellas;
vivo en el subterráneo ejército
de soles
que vibra en cada pueblo hundido
en cadenas;
vivo en el hombre nuevo que pelea
en cada frente
libertades de pan y justicia de
ideas.
23 de septiembre, vivo en dos
bravos siglos,
que se extienden al mundo del
alma de mi tierra;
vivo en el gran lamento
borinqueño y bravío,
que se cuela en los labios de las
locas palmeras;
vivo en la desteñida carretera de
angustias
que recorre los campos con hordas
extranjeras;
vivo en todos los muertos vivos e
inagotables
que cada día renacen en sagradas
protestas...
En los gritos sublimes de Feliú y
Suárez Diaz
Que iniciaron la lumbre de la
heroica era,
--en los cinco sepulcros infinitos
de vida
que cual astas se elevan del
pecho de Río Piedras,
--en la sangre sin tumbas de
Beauchamp y Rosado,
que a lo etéreo subieron
desbordados de fuerza,
--en el Domingo Santo de ramos y
de auroras
de patria ensangrentada, pero
jamás deshecha,
--y en todos los sagrados
martirizados cuerpos
que cayeron llamando y besando a
una estrella.
23 de septiembre, vivo en todos
los vivos
que a la tierna Republica se
remontan y sueñan...
--la potente y latente República
de Lares...
¡23 de septiembre!, libertad de
mi tierra!
Vivo en el siempre vivo frenesí
de los firmes
Que levantan al cielo la cruz
puertorriqueña;
Vivo en toda la sangre preparada
y sonriente
Que conduce en Borinquen la voz
de la Independencia;
Vivo en todas las cárceles
asombradas y frías
Que reciben patriotas y devuelven
banderas;
Vivo en Albizu Campos, solitario
entre soles
Que desde sí camina al mundo que
lo espera.
23 de septiembre, santo y por
siempre vivo,
y gritando en los héroes sobre
toda la tierra.
Gracias a la gente de Rico Puerto
Rico.
AMANECIDA
Soy una amanecida del amor…
Raro que no me sigan centenares de pájaros
picoteando canciones sobre mi sombrilla blanca.
(Será que van cercando, en
vigilia de nubes,
la claridad inmensa donde avanza mi alma.)
Raro que no me carguen pálidas margaritas
por la ruta amorosa que han tomado mis alas.
(Será que están llorando a
su hermana más triste,
que en silencio se ha ido a la hora del alba.)
Raro que no me vista de novia la más leve
de aquellas brisas suaves que durmieron mi infancia.
(Será que entre los árboles va enseñando a mi amado
los surcos inocentes por donde anduve, casta…)
Raro que no me tire su emoción el rocío,
en gotas donde asome risueña la mañana.
(Será que por el surco de angustia del pasado,
con agua generosa mis decepciones baña.)
Soy una amanecida del amor…
En mí cuelgan canciones y racimos de pétalos,
y muchos sueños blancos, y
emociones aladas.
Raro que no me entienda el hombre,
conturbado
por la mano sencilla que recogió mi alma.
(Será que en él la noche se deshoja más lenta,
o tal vez no comprenda la emoción depurada…)
LLUVIA ÍNTIMA
Las calles de mi alma andan desarropadas.
La emoción va desnuda tras la sombra acostada del anhelo.
Hay vientos azotando cercano a mi conciencia.
El cielo de mi
mente amenaza estallar,
para soltar el
hondo dolor amontonado en noches inocentes
sobre el otro
dolor de ser ola sin playa donde reposar lágrimas.
Mi dolor va
vendado de llanto entre mis ojos
busca mares de
espíritu donde navegar íntimos motivos de tragedia,
quiere crecer,
crecer,
hasta doblarme
el grito,
y derrumbarme en
ecos por la tierra.