Triunviro del dolor,
se hace sol la sonrisa hasta quemar la garganta,
las palabras achicharradas son pretextos,
esclusas de saliva son los escalones de la lengua,
empezás a titubear
y ya tenés el alma de un color cinéreo.
No hace falta, triunviro indicativo,
que registres los escenarios sin cortinas de otros tiempos
o nos señales bambalinas que antes no existieron,
no hace falta.
Se te tuerce la voz,
mirás de más,
girás el ojo por la cerradura del reloj
y el camello de la duda te traspasa.
Alguien dibujó pescaditos de tristeza en tu silencio,
alguien le puso arandela a tu soledad
y la ató al dolor con triple nudo marinero.
Te cortás las amarras de las venas
con el espejo roto que guardaba su reflejo.
Todo se pierde,
todo se trastorna.