En el último cajón del escritorio
de un cuarto que fue mío
hay un sobre cerrado con tu nombre
yo lo palpo, lo sostengo,
lo pongo frente a la luz de un velador
y voy diciendo
línea por línea su secreto
pero ocurre que al leerlo
al trasluz,
furtivamente en el desvelo,
sólo leo letras, palabras, nombres,
lugares, oraciones
que no entiendo
y un impulso secreto me lleva
por el pulso cifrado de tu letra
al lugar de la firma
y junto a ella veo
un corazón oscuro,
media estrella y la mitad
del estribillo triste
de la canción que cantabas
cuando todavía te quería.