Me despedí huyendo del horror parido por el vientre de la codicia, escapando del llanto y la desolación.
Alguien , quizás ninguno , o tal vez lo soñé , dijo que allá lejos, tan lejos como impensado, hay una tierra con brazos fraternos; tan generosa es, que no debe el hombre morir de hambre por no acariciarla, donde el cielo es más cielo, y el silencio, placer.
Llegué al Valle, con mis dos hijos y una maleta; sin compañero.
Al que amé, se lo quedó la montaña .
Desarmé la maleta; en el desvencijado ropero guardé el azul paciencia, el verde esperanza y el amarillo trabajo; el gris pasado y el negro humillación quedaron para siempre sepultados bajo las piedras de mi aldea.
A empezar de nuevo!
Trabajé la tierra con mis uñas cuando fue necesario; ella me dio frutos a cambio de esfuerzo, yo, mis hijos por una vida en paz.
Con el tiempo no fui más la gringa, sino Doña Fan Thi, buena compañera en las mateadas.
Las horas vinieron ululantes.......
Aquellos sonidos que creí acallados, aquellos angustiosos, conocidos, precedentes al desastre; luego el olor al humo tan temido.....
El fuego!
La locura de un hombre, lo encendió en el bosque, la imprevisión de otros, no podrían evitar que los fuegos, alguna vez amigos, otras compañeros, se llevaran mis anhelos.
Lo único que quedó en pie.
Resignada y agradecida, entré en la casa; del viejo desvencijado ropero, descolgué el azul paciencia, el verde esperanza y el amarillo trabajo, para empezar de nuevo.
En otra percha, los fuegos, alguna vez amigos, otras compañeros, resguardaron mis anhelos.
1 comentario:
Bienvenida!
Que lindo cuento... que visual se hace el uso de los colores... que sensitivo se hace el olor a humo, el calor del fuego.
Gracias por participar!
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