sábado, 6 de febrero de 2010

Miguel Brascó, Otros poemas e Irene

Ediciones Colombo

(Nota de solapa)

El poeta se empeña en recorrer las calles con ese mismo desinterés y agresiva desenvoltura con que los poemas atestiguan su legalidad. Vive constantemente preocupado por darle a ese hecho múltiple, urgente, disociado y económico que es lo cotidiano, el mismo perfil con que la poesía se recorta contra la eternidad.
Vivir, para un poeta, es solamente traducir en cualquier peripecia inmediata un acento más del interminable poema que siempre se escribe.
Nadie, como Miguel Brascó, ha sabido llevar esta actitud de permanente poesía a todas las circunstancias con que la vida nos construye. Sus veintisiete años, su atención siempre tensa sobre la amistad y el amor, su infinito tiempo donde todo cabe hasta la superposición única y perfecto de múltiples actividades –no compatibles entre sí e inextricables- todo concurre para formar la misma y continua línea del poema.
Los poemas de Miguel Brascó agregan una nota personal de fluencia casi narrativa, a las modalidades que caracterizan la poesía argentina de vanguardia, esto es, la actividad no melancólica, las nuevas relaciones que intenta con los materiales que provee la experiencia de vivir.
Su actitud es contenida, cautelosa, intentando en todo momento conducirse “con elegancia y con esmero –como si nada fuese cierto”. Su lírica evita los recursos habituales de la retórica en uso y trata de expresarse en forma sustantiva, por la enumeración y la contraposición de circunstancias reales que demuestran el intenso misterio con que el destino o el azar organiza la vida de los hombres.
En sus poemas se continúa, tan sólo, esa identidad, esa confraternidad depurada y compleja de los hechos del mundo que es la poesía.

A.V.

A Miguel Ángel Gómez


Irene otra vez
“La ciencia de su nombre es desencanto”.

El mundo ha cambiado alrededor de nosotros,
te observo olvidada en una silla en el atardecer,
existiendo en dos ojos;
quiero agregar lo que ya sabes,
aquello muy tonto sobre el amor y el deseo.

habrás entrado con la sonrisa pálida para hablar del otoño
asumiendo las actitudes naturales, pasando
ligeramente sobre los libros,
mirando las últimas fotografías, haciendo frases
como quien vacila,
tocando aquí y allá las experiencias inmediatas
con la punta de los dedos.

puedo hablar de la lluvia, la intimidad que provee
especialmente para nosotros
o practicar una astucia sobre el amor, un recurso.

pero el mundo ha cambiado en el interior de nosotros
y es inútil acudir a las referencias comunes,
la breve desolación de las noches perdidas,
los labios visitados, las manos, las excusas,
todo cambia, es inútil,
qué frío justamente,
la pasión no nos toma, como ayer, de los ojos,
necesito humillarte para eludir las penas.
el mundo ha cambiado en el interior de nosotros.

he amado mujeres azules y una memoria,
el destino esquivo, el día y su fracción;
el pensamiento vertiginoso agrega imágenes y palabras,
algunas de ellas te ofrezco
como testimonio y como disculpa.


Documento para el futuro

Los fastos del año reclaman su intervención,
la magia que se intercala entre mis palabras y sus evidencias;
los fastos de mi impaciencia quieren dominarla con astucia,
destruir sus declaraciones,
estar seguro de que en cualquier momento logra la inmortalidad
gracias a mis alegorías,
y lejos de este juego de comparaciones interminables
pierde toda confianza, toda pasión y toda réplica.
simplemente deseo incorporarla a mi imperio,
agregar su provincia, el escudo que nadie ha avasallado por largos meses,
a las etnografías de mi incesante lujuria.
nadie vive años y circunstancias meritorias,
olvidos difíciles, iniciaciones precarias, entierros a medianoche, cartas
en las cuales una sola palabras, entre todas, interesa ser comprendida.
teléfonos y citas en los cafés de aquí y de muchas otras partes,
nadie recorre este permanente desengaño
sin merecer otras inmunidades.
yo le digo a alguien: el fuego es la absolución y la causa
de los pecados capitales,
y el ardimiento común, el mecanismo
de las noches cursadas como mensajes infaustos,
nada de esto se pierde, como el resto de la materia, en el mundo;
su transformación responde a leyes y vanidades,
y rehusar u olvidarlas es uno de los tantos aspectos infecundos,
un residuo de oscuras culpas inconfesadas.


Distintas actitudes

Se le ha dicho que procure entretener sus ilusiones,
que no arroje otra vez las numismáticas taimadas desde el puente de los suspiros,
sus anillos de desposada en el bolsillo de los futuros amantes,
que no siga usufructuando su desnudez en las viviendas melancólicas.
esta mujer practica la sordidez oficial de los bulines,
escucha frases y tangos en los fonógrafos del suburbio,
corrompe nuestra amistad con la intolerancia de su sexo;
yo la miro todas las tardes considerando su caderas,
aparecemos juntos complicados en actitudes tenebrosas,
en noches espesas donde sus manos contribuyen a complicar las situaciones.
desde que la conozco no puedo hablar otras palabras
más que las que presumo útiles para conmoverla;
las almohadas se disputan el peso uniforme de sus cabellos;
he olvidado las consignas que la historia inventa para salvarnos.
si ella supiese que la observo con tantas precauciones,
los espejos, donde me arreglo el nudo de la corbata,
serían distintos a la luz de sus ternuras aparentes,
y las noticias que recibo por teléfono contribuyen a embellecerla.


Retrato de damas y denuncia

Todo ocurrió en la medida en que ella y yo lo habíamos imaginado previamente.
ocurrió en trenes, hoteles de poca categoría, en habitaciones del suburbio,
en litorales arenosos, en salas correctas con alfombras, en momentos de euforia,
en automóviles insospechables, en muchas partes ella y yo
aplicábamos nuestra inteligencia para salvar los primeros inconvenientes.
usted ahora, pálido y protegido por la sombra,
escucha estos detalles menores que ella narra;
sus reservas éticas son cada día menos útiles,
sus portaligas constituyeron siempre el detalle más pornográfico.
hubo también momentos en que ella y yo nos amamos con exquisita ternura,
olvidando nuestras diferencias específicas y la proximidad de nuestros géneros,
tomando sol después de las comidas,
aplicando nuestra sensualidad a los disfrutes infrarrojos
y el espíritu en la producción de idea claras y distintas
sobre las preferencias del destino que ignorábamos todavía.

el destino ha practicado un oportuno escamoteo,
mi velador ya no endulza el filo de sus dientes,
las correspondencias la menciona como un detalle intrascendente;
usted empieza a sospechar hasta dónde fué creciendo nuestro odio,
pase por alto sus atenuaciones circunstanciales, su hábil racconto que nos empalidece,
la verdad es que tuvimos el mundo por excusa, la libertad por sistema;
ella y yo vivimos meses de legítimo orgullo
y nuestra activa soledad nos recupera de combustiones imprudentes.


Vivir

Qué acercas a tu destino sino la forma plural del deseo,
lo que va haciéndose como la lluvia,
y fertiliza los días evidentes
y los días aciagos;
qué propones para los sueños, sino el aparente vínculo con el sitio
donde tu nombre encuentra su abigarrada cualidad,
y la razón para ser pronunciado con deleite;
qué aguardas entre los árboles ya enriquecidos por el otoño,
la melodía del viento
que ha de comenzar antes del atardecer,
o la visita de los pájaros,
o solamente esta certidumbre de acercar, proponer, aguardar
eso que llamas plenitud
y que confusamente deseas para tu vida,
no más adelante sino ahora.


Me permito recordarle

que deseaba alguna vez ser admitido como uno más entre los hombres,
pero a los pocos días lo fastidiaba la vulgaridad y la rutina,
el juego bizantino de las visitas primorosas,
las cartas de felicitación para los bebes recientes y sonantes,
los saludos a los parientes en la puerta de calle,
lo que supone ordinariamente vivir:
copular, comer y hablar de los temas comunes.

sus sentimientos eran simples pero mal administrados,
no por incapacidad sino por negligencia,
porque pese a su talento para evitar inconvenientes,
en los momentos decisivos
carecía de voluntad para superar la inesperada inercia.

se esmeraba no obstante en vivir
con elegancia y ligereza, como si nada fuese cierto,
eligiendo las calles laterales y evitando los sobresaltos,
en paz con todo el mundo e ignorando los detalles,
hasta que finalmente se preguntaba
cuál era su realidad en los días indecisos.

la realidad empieza en los estados intermedios,
no en la lujuria ni en el desdén, sino en los modos intermedios,
cuando uno viste su traje gris y sale a ver lo que sucede;
ni con lujuria ni con desdén, sólo mirar lo que sucede.

caminaba en esos días con una extraña certidumbre,
solía estar con sus amigos en el foyer o en las tertulias,
escuchando sus opiniones sin comprometerse con ninguna,
y cultivando en esos días
un ingenio sospechoso y melancólico,
un frío humor sobre la ironía del destino
que le permite a uno sobreponerse a los elementos que lo superan.

tiene veintiséis años y hasta ahora es conocido
mucho más por referencias que por actitudes personales.
si usted quiere encontrarlo bastara con que me lo diga;
yo le transmitiré sus deseos y fumaré un cigarrillo mientras llega.

Índice

Irene abre la ventana
Irene otra vez
Gebeh en octubre
Ironías que preceden al olvido
El orden de los acontecimientos
Documento para el futuro
Lo que pasa con Ebe
Distintas actitudes
Retrato de damas y denuncia
El intercambio maldito
Vivir
La unión intranquila
Los hoteles de paso
El crimen
Las vías del hecho
La dignidad del oficio
Me permito recordarle

-----o-----

Otros poemas e Irene, de Miguel Brascó, ha sido impreso para Ediciones Colombo bajo el cuidado de Osvaldo Svanascini; en la casa de don Francisco A. Colombo en el mes de diciembre de 1953. Completan la presente edición original, cinco ejemplares fuera de comercio, numerado del I al V, sobre papel Leonart Register.

3 comentarios:

León-O dijo...

"...necesito humillarte para eludir las penas..."
Muy sabias palabras...
http://monsruon.blogspot.com

Flor dijo...

Bueno, primero aclaro que no leí nada, jeje.

Llegué acá a través de algoritmos googlianos..................................y la curiosidad.

Me alegra saber que estás bien, yo ahí ando (tengo todavía 18).
Ya terminaste la carrera en Filo? Hace tanto que no entro ahí, pero al menos el año en que me fui la despapelaron. Supongo que la capa de papel se habrá regenerado a su esplendor.

Saludos al artista antes conocido como Judeddine Andie (tipo Prince) y tímidos saludos a su padre.


Acá va la firma.

Buscas Libros.com dijo...

Hola, perdón por escribirte por este medio, somos una red de librerías de usados www.buscaslibros.com y estamos recopilando información sobre blogs literarios para publicarlos en nuestra página. Ya hemos registrado tu blog para compartirlo con nuestros usuarios dentro de poco. Saludos y si buscas libros agotados, raros, etc, te esperamos por allá!