sábado, 25 de febrero de 2012

Infidencia

-Disculpe, señor, ¿usted conoce a la señorita que acaba de salir del negocio?-, dijo Manuel.
-Pero, ¿qué me pregunta, muchacho! Aun si la conociera, no le daría ningún dato al respecto. ¡Es información confidencial!-, respondió el vendedor.
-Si es información confidencial, no veo el problema que haya en hacer confidencias a un extraño. Ni usted ni ella me conocen. No veo la gravedad del asunto. A lo sumo tendrá el mismo efecto que el de una carta que llega a un domicilio equivocado-, remató con suficiencia el joven impetuoso.
-Ay, señor, ¡usted es tan ridículo! Hágame el favor de irse.
-¿Por qué le voy a hacer un favor a usted si ni siquiera coopera con la mínima gauchada que le estoy pidiendo?
-A mí no me va a envolver con razonamientos. ¡Váyase ya!
En ese momento entra la chica y dice:
-Disculpen. Papá, me olvidé el paraguas.

24/2/2012

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