martes, 15 de febrero de 2011

POEMAS DE JUAN PEDRO CALOU

de su único libro édito en vida, Humanamente


Versos a mi enemigo

Ni un pálpito, jamás, ni un solo pálpito
fluya de ti, vil o dignísimo;
eres una traición en este pecho
¡corazón mío!

No te quiero escuchar. En otras horas
cuando la fe me levantaba al cielo;
yo tenía mi frente en las estrellas
pero no hallaba en ti más que el silencio.

Era toda vigor el alma activa,
mi alma tenía porvenir! Tú, en cambio,
tan silencioso estabas que creía
que te habías dormido en el pasado…

Muerta mi fe empezó tu poderío;
Cuando todo había muerto para mi alma,
Entonces fuiste generoso y fúlgido:
¡comenzaste a latir hacia la nada!

¿Eras tu ley? ¿Acaso así está escrito
que, aquel que en nada cree, en todo sufra?
¿Qué ley te hizo callar cuando creía
y ahora te hace latir y soy la duda

Si era la lye de dios, ella es estéril,
porque si es Dios quien te encendió, que sepa
que el corazón no puede ser perfecto
y en cambio el alma puede ser perfecta!

Por una escala ardiente de latidos
no se llega hasta Dios. Sobre esa escala,
como en la telaraña de los astros
emerge el sol, debe brillar el alma!

Tan sólo tienen alma los que creen,
así como tiene alas el océano:
las de la tempestad! El alma existe
según su unión con lo que está en el cielo.

Y a mí me ungió la duda. Sólo existo
en las sombras efímeras que pasan:
mi corazón se eleva y yo he perdido
el punto cardinal de la esperanza.

No te quiero escuchar. ¡Sólo eres sangre,
sólo un puño de púrpura que tiembla,
mientras que el ideal, por mi desdicha,
es índice de plata que gobierna!

El alma, en mí, no es fuerza: es un recuerdo…
pero en cambio el latir llega a la gloria:
¡yo tengo el corazón santificado
Por una gran pasión que vive sola!

Yo soy el que por ley honda y suprema
sufro una maldición que no merezco:
¡mis amores, Señor, sólo empezaron
Cuando todo ante mí ya estaba muerto!

Ni un pálpito, jamás, ni un solo pálpito
fluya de ti! ¿Por qué palpitarías
si no existe a lo largo de la tierra
nada que alce la fe que ha sido mía?

Como cuerda que alcanza el tono extremo,
hondo y tendido, corazón, me vences;
y yo vivo esperando una perfidia
que como aguda espada te atraviese!

Porque es fuerte dolor tener la vida
toda en el corazón… tener un alma
como columna vertebral de mármol...
¡ser uno mismo tumba de una estatua!

Ser en amores una suma pródiga,
llegar, por el amor, a ser radiante,
y rebasar la escala de lo humano
y en un solo segundo disiparse…

Y traducirse en olas y perderse.
Y volver al principio y dar más olas,
y dejar en la faz de las arenas
la enorme curva que se pierde y torna…

¡Vaso de agitación, fuente de impulsos,
cuna de tanto amor sin un objeto!
¡como una ardiente cúpula de humo
tú debieras abrirte hacia los vientos!

No tiembles más, pues tiemblas a la nada,
no adores más, que acaso por hastío
de palpitar al cielo, te encendiese
la adoración suprema de ti mismo!

Y entonces tu reinado acabaría
bajo el orgullo helado de mi alma:
¡Yo quiero ser ardiente como Cristo
o debo ser igual que las estatuas!

O surge el ideal que me levante,
resplandeciente, universal, perfecto,
o reclino mi frente hacia los siglos,
dejo caer mis párpados y duermo…

Caminando

La mañana es celeste. Caminemos.
El aire tiene algo de femenino
bajo este blanco sol como de invierno,
sobre las gotas del nocturno rocío.

Los árboles perennes se destacan
como columnas de humo detenidas
por la celestitud del éter limpio.
Sobre ellos la mañana está más limpia…

Vamos hacia los árboles inmóviles
y oscuros, y nada nos retenga
en la severidad de lo vivido.
¡Luz, espacio, alegría, carne nueva!

¡Deseo de ir a todos porque el día
es celeste: ¡persiste en mí, condúceme!
Cantaré entre las rosas amarillas,
el blanco sol y la vecina nube!

Hoy soy el torbellino que dio en la paz. Hoy tengo
la mañana en los labios y en los ojos;
mi corazón es como un campo verde
y mi espíritu es limpio como el oro!

Mi voluntad ondula como un camino blanco
bajo el antiguo verde de las palmeras.
Fácil a la sorpresa como un pájaro,
mi cuerpo es todo como una sorpresa.

Estar sin norte ante la luz: dichoso
Sin el apoyo de esperanza alguna!
Tener por todas partes un camino
y amarlo sin saber a qué conduzca.

Conmoverse porque el gorrión no escapa
cuando llegamos hasta él ¡qué hermoso!
¡Desear que alguno admire esa confianza
para que en nuestra dicha haya algún otro!

Asistir con un júbilo inocente
a una imprevista elevación del campo
cual una curva de mujer, y echarse
a correr, hasta abrazar un árbol!

Ser así claro en la mañana clara
es superar la dicha misma. ¡Es mío
el bien mayor, la exaltación más pura
y el permanente amor de mi destino!

¡Oh! Qué ansias de vivir! ¡Qué fervoroso
este ímpetu de andar por todas partes!
¡Tengo espacio en el alma: abro los labios
en el deseo de besar los aires!

Salgo de la caverna de mi drama
y me deslumbra el sol; caigo en la tierra
como una rosa que se ha alzado mucho
y el tronco no la puede tener recta.

Ríe mi corazón, ríe de júbilo
y sin saber por qué: ¡No necesito
de la sabiduría de mi hermano
para saber que he vuelto a ser un niño!

¡Día de regocijo, blanco día,
reparación por tanta triste sombra
que ha pasado por mí: serás alivio
de mala noche o de contraria hora!

Todo zumba en redor ¡qué inmenso mundo!
La mariposa pliega sus cuatro alas;
los élitros fulguran como el ébano
y me cruza una mosca de esmeralda.

La araña de ocho ojos se desprende
como una gota por la rama cálida
y al margen de la hoja se subvierte
sobre sus ocho patas encarnadas.

Su abdomen verde-mar al sol se vuelve
y bajo el rayo cálido palpita
como un suave universo en miniatura
que una nube de plata luego eclipsa.

El alguacil de cuerpo acresponado
raya los arires sobre el agua quieta
y la mosca de cuerpo de esmeralda
zumba en el aire como una piedra.

El grillo real, desde su cueva oscura
Da a la tiera un vibrar de vidrio opaco;
y la mosca dorada alegra el aire
con su simplicidad de cuerpo claro.

Todo canta en el aire y bajo tierra
y en una senda blanca se desploman
tras de su carga, dos escarabajos,
y vibra el bronce antiguo de sus tórax.

La mañana es celeste. Caminemos.
El aire tiene algo de femenino
bajo este blanco sol como de invierno,
sobre las gotas del nocturno rocío.

Mi corazón es como un campo verde;
mi espíritu está limpio como el oro:
¡tengo la vanidad de estar alegre
como yo solo, como yo solo!

Nocturno

(…)

Sin compañero, frío, la angustia me encapricha;
soy el esfuerzo inútil que embellece la dicha,
y así la arruga misma de la tierra retrata
los surcos de este espíritu que me absorbe y me mata!
Y quisiera tornarme como un mantel. Benigno
y amistoso, accesible, todo claro por digno,
todo como el aroma del hogar que me ampara.
¡Oh luna que me tiendes tu inexorable vara,
soy abrupto en el alma como un rencor y quiero
la universal dulzura de tu luz que venero!

En mi interior, erguido, duerme un hombre de piedra.
La amargura le teje su habitación de hiedra,
y no hay dolor, ni gracia, ni recuerdo, ni gloria
que muevan sus enormes entrañas sin memoria!
Somos como una tumba, y es preciso entreabrirse
al sudario inconsútil de la noche, evadirse
como el brazo vacío de la columna de humo,
por el empeño fértil de extraviarse en lo sumo
bondadoso! Yo supe que siempre es uno mismo
su más digno enemigo, y hay que abrirse ese abismo
en donde una profunda galería de hiedra
vela el sueño solemne de un gran hombre de piedra.

(…)

Otra vez a mi enemigo

Ven a mí, corazón, no te me niegues;
yo soy enteramente tuyo, grita,
sé como un gran amor en este pecho
que quiere ser entero ante la vida!

Grítame: quiero ser excelente.
Grítame: quiero ser el reprobado.
Ya sabes, corazón, que estoy contigo
a pesar del dolor que te ha tocado.

Tiembla, brilla, prolóngate, murmura,
de todas partes te vendrá el opuesto,
pero no olvides, corazón, que un día
lo inesperado te dará el consuelo.

Grita para mí solo; en esta noche
bajo tantas estrellas, es preciso
que grites para mí solamente
ya que me es familiar tu amargo grito!

¡Corazón, corazón, di en esta noche
lo que siempre dijiste: no soy nadie;
pero dilo en voz alta, de manera
que por lo menos te responda el aire!

Grítame, pertinaz ¡grítame siempre
con la sinceridad con que ahora gritas:
¡yo quisiera tener junto a mis manos
como te tengo a ti, toda la vida!

Corazón ¿no recuerdas? ¡Cuánta angustia
te persiguió! ¡Si te diría: “hermano”!
Sí, corazón, eres hermano mío
a pesar de lo adicto y lo contrario.

Yo soy enteramente tuyo; tuyo
en el modo cordial que es de la estrella;
tu soledad te hace mejor, más puro,
más mío y a la vez más digno de ella.

Grítame, sí, que nunca como ahora
me sentí, frente al alba, tan lloroso.
¡La noche se ha llevado tantas cosas!
Y el día ¿qué dirá para nosotros?

Grítame, sí, porque la estrella última
te sorprendió esta noche como siempre;
dime ¿puedo entregarte mi conciencia
sin que dejes de ser un inocente?

Ya lo ves, corazón, te estoy hablando
como si fueses algo que no es mío,
dime: el que piensa más ¿es el más puro?
Y el que ama más ¿no vale más que el frívolo?

Corazón, corazón, desde que reinas
insustituiblemente en este pecho,
grita porque eres grito, y no te calles
ni hoy ni mañana, ni en lo venidero!

Oración de las dos de la noche

Tiéndete bien ¡oh luz! sobre mi rostro,
y al volver a la esfera que te vierte,
llévate la amargura de mis líneas
y la turbia hendidura de mis sienes.

Córtate bien en mi severa boca,
y en mi torvo perfil húndete aguda;
llevas en la esquema de mi rostro
el de un evangelista de la angustia.

Que así como tú caes en mis ojos
caigo yo sobre el mundo, tibiamente,
compruebo la tragedia de otros rostros
y torna en mí la fe de ser su intérprete.

Hazme ¡oh larga vigilia! más severo
el perfil dolorido, que es posible
que alguien se vea en mí, y que por eso
no se sienta más malo por más triste.

Ponme paz en los ojos solamente,
más brille mi interior por tu alta afluencia
de modo que tu luz, siendo excesiva,
vasta razón para un sombra sea!

¿Acaso aspiro a ser feliz? ¿Acaso
la aspiración de todo es la mía
desde que a fuerza de abrazar el mundo
di en la felicidad de la desdicha?

Viértete en mí, luciente instigadora,
-voz del raso, suspiro de la estrella-
la gran ansia pacífica del aire
vivo desde la gran mañana eterna!

Húndete en mí, que acaso por tu influjo
reviva en mí esta noche, entre mis sueños,
el primitivo asombro de la vida,
el júbilo inmorta de tener cuerpo!

¡Ah! Si tú me llevaras este noche
hasta el primer dolor que cimbró un músculo,
yo sería mañana más perfecto
porque es preciso revivir el mundo!

¡Ah! Si yo fuese el hombre destinado
a hacer acopio de la angustia humana,
por ley de gravedad, sonreiría
cuando el momento de morir llegara!

Y es preciso vivir de esta manera:
preparándose el día de la muerte,
porque el más nuestro es y ha de ser obra
del ayer, del mañana y del presente.

Pacífica y azul, cúbreme, lenta,
¡oh! luz de media noche, en esta noche
en que no tengo amor y no estoy triste,
en que aún soy feliz y sigo pobre…

Quiero gozarme en ti con goce simple
ahora que tengo el corazón rosado...
¡ser una vez sencillo ante la noche,
y estarme como un niño todo en blanco!

¿Por qué no sois así, también vosotros?
Hay noche sin objeto y sin caricias…
Hay que cerrar la puerta en esas noches
y estar a solas con su propia vida.

Algo baja en la luz a visitarnos,
como el ojo que baja hacia la perla,
algo que es suave cual gota de agua
rodando por el flanco de una esfera.

¿Podía no haber causas de ternura
en el silencio? Si él es el rocío
del alma! Cae, desde siempre,
corazón de la luz, más cristalino!

Apártate una noche, y como dice
el profeta viril, entra en tinieblas.
Saldrás cantando cánticos de plata,
tendrás el corazón de las violentas.

Pues, escoge tu viernes. Necesitas
tu gran noche de púrpura. Sé simple
como una cinta blanca… Entra en la noche
y más tierno serás cuanto más triste!

Y que tu voluntad sea fulgente
como una espada, y nada te separe
del propósito fil de hacerte bueno
cual si obraras en nombre de tus padres!

Divagador me has puesto ¡oh luz amiga!
pero es bueno divagar el ir diciendo
las eternas palabras. Tú las dictas
y mis ojos te adoran en silencio.

Si mañana me vieses vacilante,
corrobórame igual que en esta hora
en mi sagrado culto de la angustia,
y en mi interior se pondrá en pie la gloria!

Y pues llegó la hora del reposo
dialogaré un instante con la muerte.
Ve y sonríe por mí a cuantos sufren,
que yo, gracias a ti, ya estoy sonriente.

Juan Pedro Calou (1918). Humanamente. Bs. As.: Ediciones Cañón Oxidado, 1995

Índice

Prólogo
Soledad
Evangelio
Versos a mi enemigo
Invitación a la danza
Tormenta
Caminando
Para ti, quiero esto
Amor
La etapa
Nocturno
Otra vez a mi enemigo
Oración de las dos de la noche
Vacilación
Canto a mi madre

lunes, 24 de enero de 2011

Homenaje a Oliverio Girondo

POSNOTACIONES*

* Las posnotaciones son poemas que aparecen en el último poemario de Oliverio Girondo, En la Másmedula. Se trata de poemas de cierto tono aforístico. Su nombre es una derivación de la palabra “notación”, que engloba tanto a la “acción y efecto de notar o señalar” como al lenguaje sonoro y cifrado, en sus otras dos acepciones de “escritura musical” y “sistema de signos convencionales que se adopta para expresar conceptos matemáticos, físicos, químicos, etc”. El prefijo “pos-“ (grafía modernizada de “post-”) tal vez implica que se trata de minipoemas o ad-notationes a posteriori de reflexiones poéticas u observaciones demoradas.


Cobayo
lívido engendro digo de puna
que enquena el aire
y en uniqueja isola su yo cotudo de ámbito telúrico
Yo cobayo de altura

El cobayo o conejillo de indias es un roedor de origen americano empleado comúnmente para experimentos. Este “cotudo” (peludo) engendro “de puna”, cuya lividez denuncia el miedo a ser objeto de pruebas, aparece en el poema emitiendo una “queja” que, dado su lugar de pertenencia, “enquena el aire”. Ese “ámbito telúrico” se circunscribe a las alturas andinas y su queja se siente solitaria (“uniqueja”) y sola (“isola”, lo que también equivale a la palabra “isla” del italiano). Puede pensarse al poeta como aquel cobayo solitario que se sujeta a experimentos formales y estilísticos (El acto experimental, Beatriz de Nóbile), pero nosotros sabemos que se trata de una máscara girondiana: el experimento no es consigo mismo, es con el lector. La palabra “cobayo” encierra otros dos morfemas (“coba” y “yo”). Una “coba” es familiarmente hablando un mentirita graciosa y “dar coba” es halagar fingidamente; a través de esa suerte de “yo ficticio” parece hablarse en desmedro de Nuestra América (el aislamiento de su arte, que es también el aislamiento del arte poético de Girondo) y así halagarse a los países centrales de la cultura (léase, Europa), cuando en verdad se trata de falsa zalamería: el yo poético se mofa con altura de los otros, quizá sí “ratas de alcantarilla”. El desamparo y la sujeción son ficticias, y también reales. En la Másmedula es un empresa solitaria de experimentación destinada a un fracaso, para nosotros, ilusorio.
*

Poco coco del todo
sino inórbito asombro
acodado al reborde de su caries de nada

El “coco” es el gorgojo o micrococo (bacteria de forma esférica). Esta acepción de la palabra proviene del término gr. kókkos (semilla, grano). Esa condición de ínfima partícula del universo puede aplicarse al ser humano, cuyo “sino” (destino) es no tener un rumbo fijo ni prefijado (“inórbito”) y vivenciar el asombro constante de vivir (ahí el vitalismo que se expresa en Espantapájaros). El “sino” también tiene el valor de conjunción adversativa y la construcción “Poco coco del todo / sino inórbito asombro” equivaldría a un “casi nada, aunque tampoco sujeto del todo al todo”, el libre arbitrio del poeta que da las patadas tanto a los tubos de ensayo como a las mujeres encinta. La imagen con que concluye el poema aparece en muchos otros: se trata del poeta que desde su ventana (“acodado al reborde”) oye los ruidos mundanales, la vida, una sirena que lo llama desde el puerto o bien el croar de las ranas. La “caries de nada” aparece como concavidad que consta de un espacio vacío o lleno y cuya ser vacío provoca un dolor real y existencial. Se trata también del “todo cráter cosmos / sin cráter / de la nada” de otro poema masmedular y con él se remite al dolor de brazo que puede sentir un manco o a la destrucción de la nada, sin descontar que además connota a la muerte.
*

Con tedio y tiempo muerto cogitabundo exhumo
tibias lívidas líbidos invertebrados ocios
restos quizás de sueño del ensoñar trasueños
segismundiando digo

La “tibia” como hueso de la pierna nos recuerda la muerte, dado que su forma determina como el hueso por antonomasia. El acto de exhumación que produce el pensamiento en los momentos de “tiempo muerto” y la lividez (palidez excesiva) de la tibia refuerza dicha connotación. El poema puede emparentarse con “desmemoria”, donde el yo lírico no consigue recordar claramente sus “otras vidas” como animal o planta (su ciclo de reencarnaciones). El neologismo “segismundear” proviene del protagonista de La vida es sueño de Calderón de la Barca, cuyo padre, Basilio, por temor a que lo destrone (superstición producto de observaciones astrológicas) decide encarcelarlo; más tarde lo duerme y le hace creer que sueña con ser rey, luego de los desmanes que perpetra, decide encarcelarlo nuevamente dándole a entender que todo fue un sueño… pero Segismundo ya no sabe cuál es la realidad y cuál es el sueño, como el yo lírico de este poema.
*

Tras desandar la noche sin un astro custodio
crece en alivio cierto el íntimo retorno a una sed sedentaria
pero aunque olvide el turbio angustiante bagaje
su más desierto huésped destíñeme el llamado
y no encuentro la llave

Las tres posnotaciones siguientes son una reedición de los clásicos nocturnos de los Veinte poemas… y de Persuasión de los días. Pero, lo que en los otros era miedo o alusión a la muerte, aquí aparece manifiesto como ida a ella o reencuentro con un ser prístino. La primera imagen es la de una noche sin luna y sin estrellas (sin “astro custodio” que lo proteja). La noche es ámbito espacial y temporal, por eso se lo puede “desandar” (dejar atrás). Aquí el yo poético parece sentir en esa noche lóbrega a modo de “alivio” un “íntimo retorno a una sed sedentaria”, donde “sed sedentaria” es el deseo de quietud, del reposo de los muertos, y es también (en otra acepción del adjetivo) la sed del animal que abandona su estado larval (léase, juventud) para fijarse en un sitio determinado al perder los órganos de locomoción. Otra metáfora de la cual el poema se vale es: la del “desierto huésped” que ha “olvidado” el “angustiante bagaje” de la vida vivida y ya no lleva nada consigo, porque ha vuelto hacia lo que era. No obstante, esa cercanía se ve imposibilitada, de ahí el nexo adversativo “...pero aunque…”. El llamado de la muerte acaba por atemorizarlo (todavía lo asusta morir, no está preparado). Ese susto lo empalidece hasta hiperbólicamente “desteñirlo”. El pasaje de la vida a la muerte en ese puente que es la noche oscurísima requiere una puerta de entrada y salida, cuya llave, clave o “ábrete sésamo” no halla el yo lírico al final, o no la tiene aún consigo.
*

Sípido hueco adulto con hipo de eco propio
sobresuspenso acaso por invisibles térmicos hipertensos estambres
sobre mi mucho pelo y demasiado pozo
aletea el silencio de mi chambergo cuervo
aunque estoy vivo
creo

Se continúa el poema anterior. Arranquemos por el final: una alusión al Cuervo de Poe (que también ha sido leído como el ángel de la muerte o el heraldo negro por antonomasia) en “aletea… cuervo”. La metáfora: el “chambergo” se asemeja a un “cuervo” que le sobrevuela la cabeza, que está según el poema “sobresuspenso”, rondándole los pensamientos. Nuevamente la estructura adversativa de la posnotación anterior: el quiebre con “aunque” tiene el mismo mensaje, pero un poco dubitativo (“estoy vivo // creo”). Toda la primera parte del poema se compone de elementos que aluden o invocan a la muerte: el neologismo “sípido” aparece como producto de un contrario de valor negativo “insípido” y adjetiva al “hueco adulto” (la sepultura, en esta lectura solemne). El gusto por la tumba se fundamenta en un deseo de renombre (“con hipo de eco propio), pues un “hipo” es el deseo intenso de algo. Y los “invisibles térmicos hipertensos estambres” lo sostienen sobre su “mucho pelo” y “demasiado pozo”, ya que el “estambre de la vida” es el curso del vivir, y el crecimiento de cabellos es algo que ocurre a los difuntos. Pero todos estos símbolos también pergeñan signos vitales de interpretación erótica: el “sípido hueco adulto” como el órgano genital femenino, el “hipo de eco” como las convulsiones del acto sexual, y los “hipertensos térmicos estambres”, los órganos genitales masculinos. Según esta segunda lectura posible, el sexo lo mantiene “sobresuspenso” a la vida que aún conserva (aparentemente) y a la muerte que aún lo aguarda.
*

Por tan mínima araña suspendida también de lo invisible
en el ínfimo tiempo del porqué dónde y cuándo
con traslúcidos móviles grisgrices de centellar de párpado
y constancia de péndulo
tan solitariamente acompañado
y amigo de la noche

Para Amelia Arancet Ruda el tema de esta posnotación es: “La presentificación de lo no poseído (…) [que] da lugar a la tristeza melancólica o, a veces, desesperada” (Arancet Ruda, 2008). En términos más concretos, se trata de la contemplación de una araña suspendida de su hilo, como si tuviera “una constancia de péndulo”. El yo lírico la observa y se siente “solitariamente acompañado” y “amigo de la noche”, como si araña y noche fueran dos símbolos de lo mismo: el misterio o la muerte. Obsérvese que la araña está “suspendida también de lo invisible”, esto es, colgada del “ínfimo tiempo del porqué dónde y cuándo” sobre el que se siente también suspendido el poeta. Esta suspensión no es estática, pues tiene “móviles grisgrices” cuyo movimiento semeja un abrir y cerrar de párpados y también un vaivén pendular. La araña es también un talismán que cuida al poeta, pues el grisgris es “un amuleto protector que trae buena suerte a la vez que ahuyenta al demonio. Se trata de una pequeña bolsita hecha de tela o de piel que uno debe llevar consigo, en la que hay una mezcla de hierbas, aceites, piedras, hueso, cabello, uñas y otros elementos personales, reunidos con la bendición de un dios. Se la prepara uno mismo y sirve para su propia protección” (Wikipedia, 2011). El poema también propone un escala cromática que va del traslúcido al gris-gris, y del gris-gris al negro de la noche.
*

No la otra o la otra
ni la misma en la otra o en la otra
la otra
no la otra

Un juego girondiano típico que conviene no leer a la ligera. Se puede aplicar la máxima renacentista del serio ludere a toda la obra de Girondo, allí nunca se da puntada sin hilo, no hay juego por el simple hecho de jugar. Aquí también está la búsqueda plus ultra (más allá) a la que aspira con su poesía (el “subo las escaleras arriba” y “bajo las escaleras abajo” del poema que abre Espantapájaros o el “Vuelo sin orillas” que tan bien analizó Enrique Molina y también Beatriz de Nóbile a través de la figura de Ícaro). En el poema, la elección es siempre la más otra de las otras (la otredad más pura, esto es, la más “superimpura”, pues hablamos de otredad y no de identidad). La negación de la identidad (de lo igual) aparece en “ni la misma en la otra”. Así como en latín alter es ‘otro entre dos’ y alius, ‘otro entre muchos’, Girondo descarta una y otra vez los alter para dar con el más alius de todos (que tal vez sea el que precisamente no haya, pero que existe, existe).
*

Entre restos de restas
y mi prole de ceros a la izquierda
sólo la soledad
de este natal país de nadie nadie
me acompaña

Las posnotaciones se vuelven un poco más claras, hasta el punto de parecer que no estamos leyendo En la Másmedula. Estimo que aquí hay una alusión clara a su apuesta estética y a la soledad en que la hace: “la soledad / (…) nadie / me acompaña”. El adjetivo “natal” para “país de nadie” nos lleva a la etimología de la palabra “nada”, esto es, aquello nato, como la relación con “aquello que hay”. Contrario al vitalismo y optimismo que se le ha endilgado a toda la obra Girondo (porque sus últimos libros fueron analizados por algunos, pero poco leídos por todos), acá damos de lleno con su faceta más pesimista: las restas aluden a la la negatividad (el “total menos” del “Uno nones”). En la Másmedula es un libro de números, donde el cero tiene un lugar preeminente, lo señalaba ya Patricio Rizzo-Vast en su libro El lugar de Girondo. La “prole de ceros a la izquierda” quizá resulte además una alusión al “Poema XVI” (“dame ir / galoneándome de ceros a la izquierda”) de Trilce de César Vallejo, a quien Girondo infortunadamente no pudo conocer más que a gritos desde un barco uno y en tierra el otro (esto no es una metáfora). De más está aclarar que es imposible que Girondo no haya pensando en un libro como Trilce a la hora de hacer su último giro de estilo, como lo llamó él mismo, su “giro hondo”.

*
En busca fui de todo
y más y más y más
paria voraz y solo
y por demás demás

“Por demás” es la expresión con que alude a lo que se hace inútilmente, por exceso. Esta idea está reforzada por el adjetivo “voraz”. El poeta da cuenta de la avidez con que se lanzó a la vida en busca de todo; es un pequeño homenaje al Girondo vitalista de los Veinte poemas… y de Espantapájaros.
*
Estepandando sigo
los anillos de médano
que dejan en mi arena
mis bostezos camellos

“Estepandando” es la composición de “andando” más “estepas” e implica una visión deslucida de la vida, como un vagar por el desierto. Todo alrededor es arena, “arena, y más arena, y nada más que arena” como decía en Persuasión de los días. El yo lírico ha transmigrado al cuerpo de un camello (hecho que sólo se conoce al final del poema); la transmigración es tema de varias composiciones de Girondo. Sus bostezos aluden al hastío del vivir y los “anillos de médano” a los surcos de tierra que se abren con la acción vital de exhalar aire. Una vez más la arena, como símbolo de lo inerte, lo disecado, el tiempo que fluye y el descanso de la muerte.

Cuatro poemas de Baldomero de Ciudad-Pueblo-Campo

Rivadavia al 700

Doblado casi sobre este nuevo balcón
llega hasta mí la calle arrugada y afónica.
Enfrente el edificio loco de “La Razón”
y el otro telaraña de la Unión Telefónica.

Las paredes opuestas se tocan con la mano
bajo un cielo porteño de seda inmaculada.
Una antena construye su trama de mecano,
y al fondo el rubor suave de la Casa Rosada.

Rivadavia, a lo lejos, prolonga su palote,
en las dos bocacalles el tránsito se aprieta.
Erige la Intendencia su brujo capirote
y el farol de “La Prensa” ensaya su pirueta.

Más años

En el café me he visto fugazmente al espejo
las cóncavas ojeras y la faz amarilla;
esto ya no es cansancio, esto es estar viejo…
Canta en la porcelana, febril, la cucharilla.

¿Por dónde, amigos míos, cederá el organismo?
¿Será el mazazo sordo de muerte repentina,
o, sombra miserable, parodia de mí mismo,
cargaré muchos años la torre de mi ruina?

Crepúsculo en medio del campo

La tardé está partida en dos bellas mitades:
violeta hacia la izquierda, rosada a la derecha;
el camino divide las dos inmensidades
terso como un mandoble, recto como una flecha.

Palotes del teléfono, montes a la distancia,
un charco con un brillo uniforme de acero,
una como remota marinera fragancia,
y el pájaro que anuncia con su trino el lucero.

Crepúsculo

Realmente uno no sabe si el ceñudo horizonte,
por delante del cual un chispazo destella,
es largo nubarrón o la quilla de un monte,
ni si es la luz luciérnaga o rehilo de estrella.

Que ya sobre la pampa no se advierte otra cosa
que el borrón de unos árboles o unas vacas perdidas.
A estas horas la brisa se torna misteriosa
y huele a juncos limpios y huele a algas podridas.

Ahora se ve la estancia como en un turbio espejo:
abollada la parva y la máquina gris.
Lo que antes era llama, vibración y reflejo,
ya no es otra cosa que rocío y matiz.

Ahora ya no se advierte ni un signo de fatiga,
ni una voz destemplada, ni un paso desigual.
Todo entra en el regazo de la penumbra amiga:
el corazón del hombre, la rueda del metal.

Baldomero Fernández Moreno
Buenos Aires – Ciudad – Pueblo – Campo
Ed. Kraft, 1941.

sábado, 22 de enero de 2011

Elige tu propia muerte

…él se desnuda y echa las bolas a la suerte.
Horacio Pilar


Ya estás de cara al horizonte,
echadas las bolas a la suerte,
desnudo, limpio y uniforme:
elige aquí tu propia muerte.

Está en tus piernas el impulso
para que con dar un solo salto
se apague el ruido de tu pulso
o se disperse en el asfalto.

Otra manera menos cruenta
para acabar con tu vida hay,
más suave, más callada y lenta…

Hay que bajarse de la grada
como si morir no fuese más
que vivir… vivir como si nada.

by Julio Lapsuscalami
01-2011

martes, 16 de noviembre de 2010

Pudrirme o no pudrirme, esa es la question.

En un pozo poco profundo
me enterré.
La tierra, negra, negra,
negra y sucia como mi alma,
comenzó a filtrarse por los poros de mi piel,
comenzó a caminar por las fosas nasales de mi pequeña nariz.
De repente en plena oscuridad,
un brote verde sale de mi rostro,
a la luz de las tinieblas que me rodean.
Tan pequeño, tan inocente,
cree que la verdadera luz es esta oscuridad.
Como crecer entre las tinieblas?
Como renacer entre esta humedad?
Siento
pudrirme.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Mi humedad

En un rincón oscuro, frio, tenebroso,

me refugio.

Comencé a mirar a traves de la oscuridad,

comencé a distinguir figuras oscuras,

hechas de oscuridad.

Comencé a pensar en la oscuridad,

en la humedad,

en el ser.

Y es ahí, donde me encontré,

cubierta de telarañas,

cubierta de hongos,

inyectada de humedad.

En un rincón oscuro me encontré,

en un rincón oscuro me olvide.

sábado, 6 de noviembre de 2010

arte proteica

antes escribir era una cosa
ahora es otra

antes escribir era sentarse a diagramar un espejo
ahora es como hacerse rayos

en una era pulir hasta ver en el brillo mi cara
ahora es mirar al trasluz y callar

11/ 2010

jueves, 28 de octubre de 2010

El poema que justamente recordaba esta mañana antes de enterarme

La calle tiene el silencio de la hondura de un bostezo
la calle tiene el rostro de una puta triste a la mañana
la calle tiene la silenciosa hondura de un bostezo
la calle tiene pudores de puta resignada
la calle tiene el triste silencio de una mañana no madrugada
la puta tiene una hondura de bostezo entre las patas…

son cuestiones de estilo,
la poesía no está en estas variaciones estilísticas y composicionales,
la poesía no está en lo ingenioso de las palabras,
la poesía quizá esté
(nadie debe mostrarse tan seguro)
en la misteriosa vinculación de variación e ingenio,
el poeta es un voz y un oído sutil que habla y no se oye,
que oye cuando no se habla,
que capta, que ve, que dice poesía porque es poeta
y es poeta porque dice poesía,
no hay creencia en serlo, se es…

Tengo una tristeza para envolver regalos (ya lo dijo alguien, o algo parecido)
la gente camina como en una escalera mecánica,
la muerte iza la bandera…
el arma,
no me duele la muerte,
la muerte es inevitable,
me duele la actitud,
me duele la intención
no el regalo truculento del niño
el arma,
la mancha de sangre traza el rostro de Bush,
llamen al Presidente…

que presida el aula,
que presida el alma,
soñé que el Presidente hacía perfectos malabares con nuestras tristezas
y todos sonreíamos… y todos llorando de llanto llorábamos de risa…
soñé que el Presidente era un perfecto malabarista,
que hacía malabares con armas y tanques, con silencios y voces,
y la calle se reía,
y la calle dejaba sus bostezos de puta triste,
y todos, todos perdonábamos… al niño asesino que volvía a casa al perdón al ayer imposible… en que no había
muerte, ni mancha, ni arbustos presidentes sucios, y mi Presidente lo abrazaba
con devoción maternal de puta resignada que cual increíble Magdalena…

Escrito en octubre de 2004
27-10-2010

El motivo era el asesinato del chico a sus tres compañeros en Río Negro. Este poema lo leí en micrófono abierto en el Umbral en Puan una tarde-noche que fuimos con Diego a un recital de poesía que organizaba el MST (Diego seguro que se acuerda). No volvimos a ir más. No pensaba leerlo, él me dijo que lo hiciera y lo leí con sentimiento.

Pd: El poema no es bueno, ya lo sé. Es viejo. Pero posta que lo recordé antes de enterarme de la muerte de hoy. En el momento de escritura (octubre 2004), K era todavía un enigma para mí. En mi propensión a conservar los enigmas, no puedo decir que su muerte esclarezca mi postura política al respecto (que, dicho sea de paso, no creo que a nadie le interese mucho); pero sí puedo decir que hizo muchas cosas buenas (quizá más que malas, que las tuvo y también las recuerdo) y tuvo fortaleza e inteligencia, no como los pichis de la oposición que son impresentables (eso hay que reconocerlo, rivales serios no ha tenido).

Yo no creo en las coincidencias y menos cuando uno piensa cosas que no debiera pensar en el momento indicado. Acá me tengo que comer mi teoría y reconocer que pensaba en este poema y en cómo iban a pensar en K de acá a 50 años esta mañana sin haber prendido la tele ni oír la radio ni saber mis viejos nada al respecto. A la hora nos enteramos de que K había muerto. Yo no podía entenderlo. No conté mucho esto hasta no dar con el poema (creí que no lo iba a encontrar), porque sé que van a creerme que soy un chamuyero.

jueves, 21 de octubre de 2010

2 nuevos poemas que pronto serán viejos


Olvidia

El recuerdo tiene a veces
aristas peligrosas,
densos pasillos de momentos
que quisimos que pasaran

y también escuálidos minutos
en los que el corazón se recostó gozoso
sobre un pecho mullido de dolores
y quiso no dormirse.

Pasa a veces que el recuerdo tiene agudezas
ocultas en el filo de una foto improvisada
o emboscadas en la curva
de alguna pregunta pendiente...

20-10-2010



La poesía nos salva

En la cárcel azul de una palabra
que la voz dicente no silencia diciéndola
y que los sentidos sienten sintiéndola intacta

en la cárcel azul de sombras
que trazan una luz tenue
que no es otra
que la mente jugando con muros invisibles de palabras,
para tapar la ausencia,
y apresar la prisión
de un futuro que se deshace,
ya no existe.

10 – 10 – 2010

viernes, 13 de agosto de 2010

Luna

No verte cuando nazcas
tendrá la alegre crueldad del que
se despierta tarde una mañana
y siente respirando
el día que no vio
amanecer
mas siente suyo un sol
que habita en otro polo.

No verte cuando nazcas, luna nueva,
me será dulcemente triste,
como adivinar una mirada hermosa
que no me mira,
como dejar una caricia que no te alcanza
dormida entre los dedos
esperándote.

No verte cuando nazcas, Luna,
y extrañarte ya, sin nunca
haberte visto,
y estarte hablando sin que entiendas
todavía lo que digo
y apilar palabras, deseos y palabras,
que buscan envolverte y abrazarte,
ser silencio
juntos
en una tarde triste
de un nublado Buenos Aires
en la que aún eres un sueño.


de jULIO a LUNa