lunes, 16 de abril de 2012

La última materia

Tamara acababa de recibirse. Acababa de rendir con éxito el último examen de la carrera. Y estaba sola. No le había dicho a nadie. Contenida la euforia triunfal en su fuero personal, ahora se sentaba en una silla de la biblioteca de la facultad. Había rescatado de entre sus apuntes abigarrados de anotaciones una carilla en blanco. Se disponía por fin a escribir. Su cuento se trataba de un joven, que se llamaba Marco y que estudiaba Letras, y que también se había recibido y tampoco le había dicho nada a nadie del asunto. Era extraño, pero Tamara sentía que Marco tampoco precisaba una descripción. Se debatía entre hacerlo actuar o hablar con alguien. Él aparecía sentado en un asiento de la biblioteca de la universidad. Se sentía por fin eximido de la carga del estudio. No sabía qué hacer. No estaba alegre; tampoco triste. Sólo se sentía sin metas por primera vez en su vida. Y no sabía qué hacer. Esto ya lo había escrito. La biblioteca estaba casi vacía. Era temprano y no había visto allí a ningún conocido. En un momento se le ocurrió escribir un poema cuyo final dijera: “Pero nuestra historia no tiene vuelta / de hoja”. Pero enseguida se persuadió de que se trataba de una estupidez. Luego pensó en escribir la historia de un hombre sin coraje, un tipo que no tuviera siquiera la valentía de matarse a sí mismo. Fue ahí cuando levantó la vista. A unas mesas de distancia vio una chica con la cabeza gacha que escribía. Entonces le pasó por la cabeza una idea muy extraña: iba a escribir sobre ella, una historia que protagonizara ella escribiendo un cuento, un cuento que lo tuviera a él como protagonista. Allí él la estaría mirando un largo rato y luego, al final, sólo al final del relato, se le acercaría furtivamente. En ese momento se asomaría por encima de su hombro y le diría al oído, pausada y delicadamente, como hablan los confesores: “Así no soy yo. Acabás de escribir que mis ojos son marrones, y mis ojos, como ves, son verdes, ¿ves?, verdes”, y ella le respondería titubeante, aunque enérgica, que no habría querido describirlo si no fuera que estaba solo en la biblioteca y resultaba imposible escribirlo dialogando con alguien. “Pero podías haber escrito que llegaba justo una chica de afuera, a la que yo esperaba en secreto, tan en secreto que hasta incluso el mismo narrador lo ignoraba”, terminó de decir Marco mientras pasaba su brazo por la cintura de una chica que no era Tamara.

Apenas le hubo puesto el punto final a su cuento, Tamara lo releyó y decidió cambiar algunas cosas. Pensó que sería mejor situarlo en un bar y que el escritor fuese una escritora que todavía estaba por rendir la última materia.


Julio Lapsuscalami, Cuentos inexplicados.

sábado, 31 de marzo de 2012

Credo a la luz de tus ojos

creo en el silencio
si tu mirada lo arrulla
e inventa una canción de caricias

creo en el final feliz de la tristeza
si tus manos la arropan
y hacen con mis desgracias graciosas pajaritas

creo en el sol, su luz, la tarde, ese cielo,
si recortasen de la ausencia
las líneas que más me duelen de tu cuerpo

creo en un trópico no utópico
donde tus labios florezcan sanguinariamente
mientras me desangro de los besos consagrados a tu boca

sábado, 25 de febrero de 2012

Infidencia

-Disculpe, señor, ¿usted conoce a la señorita que acaba de salir del negocio?-, dijo Manuel.
-Pero, ¿qué me pregunta, muchacho! Aun si la conociera, no le daría ningún dato al respecto. ¡Es información confidencial!-, respondió el vendedor.
-Si es información confidencial, no veo el problema que haya en hacer confidencias a un extraño. Ni usted ni ella me conocen. No veo la gravedad del asunto. A lo sumo tendrá el mismo efecto que el de una carta que llega a un domicilio equivocado-, remató con suficiencia el joven impetuoso.
-Ay, señor, ¡usted es tan ridículo! Hágame el favor de irse.
-¿Por qué le voy a hacer un favor a usted si ni siquiera coopera con la mínima gauchada que le estoy pidiendo?
-A mí no me va a envolver con razonamientos. ¡Váyase ya!
En ese momento entra la chica y dice:
-Disculpen. Papá, me olvidé el paraguas.

24/2/2012

domingo, 5 de febrero de 2012

Osiris Troiani, un poeta que no perdona (el olvido)

LA LÁGRIMA RUBIA
(selección de poemas)
Osiris Troiani

Ed. Argonauta
Bs. As., 1951

El corazón a la intemperie

El corazón a la intemperie
qué días de sol y qué tempestades

Todo lo he perdido
por cobardía
me acurrucaba
bajo los latigazos del sufrimiento

Y la vida me dijo
helada de ira
Quédate con tu virtud

Quédate con tu virtud
triste gusano


El trueno en el museo

A media tarde
el verano exasperado
desenvainó su espada
y la hundió blandamente
en la penumbra del museo

El conservador en jefe
sudoroso
leía un viejo códice
su secretaria se había marchado
después de descolgar su sombrerito
del sexo de Hermes
y su bolso del tridente de Poseidón
las parejas de visitantes
preferían escribir sus nombres
con el paraguas
en la arena del parque

El trueno entró con el relámpago
y ambos desgarraron
el compacto misterio
la gracia ociosa

Las brumas se repliegan
un coloso de granito
agredido
se tambalea
los vidrios se desgañitan
se enciende respira
la plástica usada

El taladro de nácar
llega hasta las raíces
del sueño interrumpido

Muerde
la fortaleza de símbolos
todo se reanima
en la cascada verde

Brotan
de una mirada satisfecha
las azules mamas de la duda

Oh turbio
santuario de la inmovilidad
almacén de belleza
con sus escorias y gusanos
ahora sí te veo
vivir
la vida desatada
perentoria jadeante

El aire enfurecido
saca a la luz
como un ilusionista
otras formas
sin formas

Dejadme ver un accidente
una despedida
la aparición de un ángel
ruidoso
una muela que se desintegra
o tal vez una columna de humo
oblicua

Dónde están
la esparcida sangre
del relámpago
dónde la sorda pujanza
del trueno
que arrasarán un día
mi museo interior
donde nacen a toda hora
el dolor
con su encarnada amapola
el sarcasmo con su pechera
la libertad como un tigre
la ilusión siempre minada
desmoronada


El ángel ceñudo

II

Amor de mal e de bé ignorança…

Cuida de no pisar
al menos
la tumba del pasado

Olvídate de tu país

Olvídate
de la piadosa bruma
de la soledad

(que aún persiste allá
en velar todo lo que brilla
los perfiles agudos
las ordinarias calamidades
todo lo que pudiera devolver
su reflejo al cielo implacable)

Olvídate de tu combate

Ni aún con el pensamiento
vuelvas al oloroso bosque
sus ritos no te pertenecen
El sol bestia divina
te repudia


Cielo obsceno

El amor
bien podía yo esperarlo
siempre me sorprendía

Hojas crujientes batir de alas
un hombre en la fuerza de la edad
la mañana recién lavada
oh qué leve era la vida
viento precoz y hierbas locas

La alegre duplicidad
de la inocencia olvidada
olvidada un momento
cómo no ha de agitar
tu ternura

Mira
el escoliasta prolijo
conoce hoyo el lujo persa
de amor

Los finos aires ciñen
sus narices estremecidas
el amor se derrama
del desdeñoso ojo azul

¿Cómo reprochárselo?
Un cielo obsceno lanza
su reto
______Labran redes
de suave luz las estivales
cigarras
______Los sentidos
tienden sus emboscadas
No hay impostura
en desbordar los límites

Pero aparta ya
deja que me envuelva
en la niebla
del antiguo encantamiento

Tengo miedo la noche vocifera
me persiguen
esos rumores plenos de sentido
la empresa es insensata

Por Dios
tengo bastante

Devuélveme
la dulce melancolía
las tinieblas sagradas
mi corazón violeta

Flor carnicera
que aprisiona la mano
que la acaricia


Una razón para vivir

Corrí a la playa ardiente
me bañé entre las tortugas gigantes
bebí leche de cocos
descolgados a golpe de hacha
era un país en donde el aire
se renovaba con rapidez

Pero de pronto refrenó mi paso
un osario de ballenas

Y en ese loco exterminio
en toda esa podredumbre tendida
cobarde e inerte podredumbre
reconocí mi vida
de cada día

Cuándo podré acostarme
como un faraón
entre los siglos

II

Necesito una razón para vivir
y no la encuentro en un beso
ni en un redoble de tambor

ni en este porfiado ejercicio
de la poesía
sórdido como la usura

Necesito una razón
para afrontar la vergüenza
de la primera cana
sin preguntarme
Qué hecho Dios míos
de mí

Tomé partido
abrazo la Revolución
sin fe ni cólera
por el horror de estar solo
de que la caravana me deje en el camino

Por una bandera se muere
por una mujer se miente
hasta el último suspiro
para salvar el alma
se aprende la más refinada hipocresía

Pero yo necesito una razón para vivir


Un dios infame

No entres

No entres
Descubrirías
un sol desnudo
descubrirías mi temible orgullo
perverso como un príncipe

Nada fresco crece a su sombra
El dolor la alegría
sucumben a su mordedura
tóxica
El coraje se hace impúdico

Amar lo que otros aman en mí
qué cobardía
no habrá expiación
no habrá expiación estoy seguro

III

Abdicar inmolarse
En la bondad está el desprecio
en la sinceridad la hipocresía

Orgullo la duda
orgullo la certidumbre

Abdicar del orgullo
disolverse en un ilimitado amor
en una bella mentira

Sé que el espíritu no puede
vivir sin él
es la fuente el secreto de su energía
es su espina dorsal

Quebrársela

jueves, 2 de febrero de 2012

Querencia

Hay pescados que no vuelven,
hay pescados que se van,
dan cabriolas ciegas sobre la arena
y el viento los envuelve en agua seca.

Los pescados que no vuelven
sienten remoto el mar,
aunque estén cerca.
Sienten la tristeza infinita
de morir oliendo la sal
de otros días.


Paracas, 30-1-2012

miércoles, 11 de enero de 2012

Las nubes

Las nubes, las nubes son como campanas
que caminan, que caminan por el cielo
dando pasos lentos, a tientas, lento,
como un ciego guía al día a la mañana.

Estas nubes blancas que cambian y cambian
no conocen la memoria, no distinguen
las tardes soñadas en las que te quise
de otras tardes que recuerdo solitarias.

Inocente nube, algodón perdido
por el mar herido del cielo naufragas;
monumento que recuerdas el olvido
de las horas que se han ido y son pasadas.

Culpables, las nubes porque siempre han sido
puertas tristes que dan hacia nada… nada…

10 / enero /2012

Lo aclaro, no soy Herrera, ni el Fernando de... ni el Ricardo H... No tengo el credo del arte formal... pero sí creo en el rigor científico de la teoría de la composición (que es una chamuyo que escribió Poe para ganar plata; el cuervo no fue pensado así como dice Poe, a mí no me parece así al menos; pero sí el rigor que esgrime Poe fue internalizado con varios de "pecados de juventud"...) y el arte concreto y en la jornada de ocho horas girondiana... Si hubiera una razón a priori para establecer que un tipo de poesía es mejor que otra, me dejaría de gustar la poesía... Por favor, consideren estos poemas sonetos como juveniles y... altamente pecaminosos.

domingo, 1 de enero de 2012

Eduardo Jonquières, el inexistente poeta existencialista

Eduardo Jonquières
(1918-2000)
Pintor y poeta argentino.

La sombra, Editorial Viau, 1941.
Permanencia del ser, Editorial El Bibliófilo, 1945.
Crecimiento del día, Editorial Losada, 1949.
Los vestigios, Editorial Botella al mar, 1952.
Pruebas al canto, Editorial Troquel, 1954.
Por cuenta y riesgo, Editorial Mundonuevo, 1962.
Zona árida, Editorial Losada, 1965.

Algunos poemas de muestra...

Poema de amor

A Aurora, a Julio

Rien n’est passé, la vie a des feuilles nouvelles
PAUL ELUARD


Qué muros me levantan de nube
tu voz, tu luz, tus ademanes.

Nuestras dos desmesuras
juntas en un cielo enceguecido,
el mar imposible que recoge
las olas altas y las suma a su vacío.
(El mar tranquilo, abandonado,
con la procesión que va por dentro.)

Tu mano sobre mí como agua de verano:
hay quienes corren más azules que el cielo,
más ligeros que la fiebre, sostienen
las llaves diminutas en sus ojos
con que abrir las cosas de la tierra.

Pero callas, pero hablas:
es lo mismo.
No señales esa hora,
no me nombres el minuto.
Déjame la vida entera entre estos muros,
estas nubes, estas prisas que tenemos por vivirla,
estos ojos de ver que callan lo que han visto.

de Pruebas al canto


Me envejece

Me envejece el traje, se me arruga de repente el gesto.
Quién sabe qué dioses andan por arriba tirándome los dados,
entre noches, escapándole
al tormento del sí, eternamente,
y al goce del no, ahoramente.

Una sombra suele, frágil, subir por las paredes,
unos cóncavos, mordidos sucederes, lo que fue y no se supo,
lo que estuvo a medias hecho en el día que no usé,
en el tiempo que no acaba de ser tiempo
y quiere ser minuto o siglo a toda costa.

Me envejece la pestaña, el ojo, la esperanza,
esta uña al final que no rasga ya ni una,
el botón que no abrocha y el zapato que no calza.

El aire me envejece, la mañana de anteayer,
la curva monda de la fruta,
el mar con su acecho irresistible.
Se me va haciendo tarde,
ya siempre se va siendo nunca.

Pero empiezo,
empiezo de nuevo a creer,
que estoy viviendo:
con toda el alma,
vuelvo a equivocarme.


El que nunca

Je ne travaille pas dans l’éntendue d’un domaine quelconque
je travaille dans l’unique durée.
ANTONIN ARTAUD


El que nunca
oyó a un hombre llorar en sus huesos y en su sangre
el que nunca
vio a un chico crecerle el hambre en las uñas y en las cejas,
el que nunca
rebajó un perro a ser obispo o funcionario,
el que nunca
arrebató al olvido las premisas del siempre,
el que nunca figuró con honores
en las batallas dadas,
el que se encontró al fin de cuentas
deshojado, absorto en el alba clandestina:
ese es quien heredó su muerte,
quien tuvo su parcela de vacío.


de Por cuenta y riesgo


Compra y venta del hombre

Se marchara con su nube a cuestas,
mondo y lirondo de sonido.
Se marchara ayer, se marchara
despejado de sentido y quieto.
Parado para andar, oyendo para callarse.

No le dejaron sino lo justo:
la sonrisa apenas y el perdón
que cae de los labios como babas.

Tuvo apenas su mirada.
¿Qué resplandor de cielo le dejaron,
cuántos gratos pasatiempos
vinieron a ofrecerle?

Le dieron las crueles dilaciones,
los premios que recibe el demorado,
la triste navaja con que se corta
la mirada en tiras, el roedor
triunfo, la boca muerta en la cara desvaída.

Eso le dejaron en su mundo devastado;
eso, y una nube.
Mas cuesta llevar la nube a cuestas,
cuesta ser sordo entre callados.

en Los Vestigios


Quien más quien menos

Uno que muda conforme lo miramos
como la caricia de unas manos
o la sonrisa que desnuda su hueco de cálculo y perfidia
al caer resbalando por la cara.

Uno que enfrente está esperando
del otro sus palabras, descendidas a ser
razones y virtudes.

Uno a quien la máscara le carcomió
el gesto y le sacó las ganas
de andar usando sus caras.

Uno apenas verdadero
devorado por la suerte.


Ni vale la pena

Llegaste
al límite en que las resoluciones
fallan y sobra la inocencia.

Llegaste a cero
después de creer que ibas a pródigo
o a sediento.

Fuiste un cuero seco
unas sonrisas por aquí y por allá
la inconstante creencia
de que eras futuro.

Envileciste la paciencia
del espejo y de los viajes
sedujiste lo engañado de antemano
anduviste a contramarcha en cada rumbo
y te juntaste a las que pasan
sin darles desenlace.
No cavaste en la huella duradera
no dejas el testimonio del diamante.

Estás en ti
como un muñón
que todavía duele a ratos.

de Zona árida

martes, 22 de noviembre de 2011

NOVIEMBRE

Veintidós de noviembre, ya no siento
la sombra suave de este sol macizo
enclavado en la cueva de los cielos,
prendido fruto azul del paraíso.

Veintidós de noviembre, ya presiento
la noche frágil, el lugar preciso
donde queda el hueco de los negros
y verdes ojos de alguien que me quiso.

Veintidós, ya no sé adónde llevo
los pasos tenues del pie indeciso,
si me arrastran o traen a otro puerto

lo ignoro, sólo sé que ahora piso
un país donde no se sueñan sueños,
un noviembre sin verte… y agonizo.


22-11-2011

lunes, 14 de noviembre de 2011

CONATO

que las palabras sean un conjuro contra las imágenes que me congelan
en un pasado en que no existo
en un futuro fantasioso

que las palabras sean andamios o puentes levadizos
y que el silencio ande dando voces
trazando mis bordes más desnudos

que las palabras que mi tristeza te ofrece
iluminen el equivalente sitio que tu tristeza tapa
y las instantáneas felices que plancha tu obstinación
se ajen como hojas y destiñan

que las palabras conserven el calor de estos dedos
y consigan abrasarte


Escrito estando triste, el domingo 13 de noviembre de 2011, a la una menos cinco de la mañana.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Alcándara (uno de los primeros libros de Bernárdez...)

Francisco Luis Bernárdez

Alcándara
Imágenes

Editoria Proa
Buenso Aires R.A. 1925


De este libro se ha impreso 2 ejemplares sobre papel del Japón y 3 ejemplares sobre papel da Vergé Joseph Ovarro numerados del 1 al 5 y firmados por el autor, fuera de comercio; y 500 ejemplares sobre papel pluma vergé numerados del 5 al 505, todos los cuales constituyen la edición original.


FRUTO

Al árbol de tu voz fuí a recoger maduras tus palabras.
Eug. Montes.


Dejé mi corazón
enterrado a la sombra
del árbol de tu voz.

Y el árbol de tu voz
florecía palabras
de amor.

Y el árbol de tu voz
tenía la blancura
de mi antiguo candor.

Y el árbol de tu voz
devolvía el aroma
de mi propia emoción.

Y el árbol de tu voz
sazonaba su fruto
de amor.

Y el árbol de tu voz
lo desprendió, maduro,
sobre mi corazón.

Como mi corazón
era el fruto del árbol
de tu voz.



ANTONIO MACHADO

Contra el camino de la eternidad
el ataúd de pino de tu verso.

Y en la caja de pino, tu palabra
ya categorizada en esqueleto.

Delante, todo el viento de Castilla.
Tú detrás, en silencio,

crucificas las manos en la espalda
para ocultar una actitud de rezo.



RECUERDO

Un mendrugo de pan es tu recuerdo,
un mendrugo de pan entre mis manso.

Cada día de amor era otro surco,
cada día de amor, en mi glebario.

Y paniegas parábolas decías,
parábolas de siembra, mi entusiasmo.

Era una abecedario de semillas
de mis palabras el abecedario.

Deletreo de trigo era el idioma,
el tembloroso idioma de mi mano.

Con sílabas de espigas cada surco,
cada surco después era un hexámetro.

Hexámetros de oro que cantaban
aquel amor en pan transfigurado.

Si pan es elegía de simientes,
de terruño, de sol y de trabajo,

un mendrugo de pan es tu recuerdo,
un mendrugo de pan entre mis manos.



PAJARITA DE PAPEL

Cuando yo era
un dios niño,
me placía amasarte con el barro
de los libros.

Como Dios a los hombres, yo te daba
mi espíritu,
y tú nacías a su semejanza:
tan pequeño, tan blanco y tan sencillo.

Cuando Dios trasegó su Verbo en carne
debió sentir el mismo regocijo,
el mismo goce absorto
que he sentido.

Satisfacción suspensa de enfrentarme
con el soplo sagrado que me hizo;
de escuchar su canción original
bordoneando el cordaje de mi espíritu,
suspirando en el agua
de mi limo,
resonando en el órgano de piedra
del esqueleto mío;
de escuchar, luego, con la caracola
de mi conocimiento amanecido,
cómo afila su voz huracanada
en la cósmica selva de los siglos,
cómo hierve hojarascas estrelladas
en el otoño negro del vacío,
cómo empolva de crespas nebulosas
su camino.

Satisfacción, más tarde de encontrarlo
entre mi puño mínimo
y de saber que Dios en él estaba
dócilmente cautivo.

Satisfacción, después, de desdoblarme
con amor y dolor en el prístino
fruto. Satisfacción de desdoblarme
todo entero en un hijo.

Satisfacción, en fin, de ver el lodo
de los libros
en un pájaro
convertido.

Y de mirarlo con las manos trémulas
y de reconocer que era yo mismo,
perpetuado en dos alas
y en un pico.

En aquel pico mudo y en las alas
inútiles copiaba mi destino,
y en los ojos
vacíos,
la sombra que después sería sombra
del fuego de mí mismo.

Sucia de letras, era su blancura
el símbolo
de mi futura juventud, curvada
sobre los mamotretos amarillos,
perdida en una niebla de palabras,
con el cerebro tinto
en negra tinta de filosofía
y en azulada tinta de lirismo.

La inicial creación de aquel dios niño
era un ángel
caído.



VENTISCA

Está, de ventisca huraña,
todo el silencio convulso;
los grillos laten el pulso
nervioso de la montaña.

El río en remanso briza
un agua convaleciente
y, entre la ceja del puente,
su mirada intranquiliza.



SEIS VERSOS A UNA VENTANA

Sobra mi hora indigencia de distancias
esta ventana es una mano abierta.

En la mano, rugosa de caminos,
su pañuelo de cielo me consuela.

Mi sedentaria sordidez alivia
con un puñado tácito de leguas.



CANTO A LAS SÁBANAS DE LINO

Este diácono insomne de mi sueño
para cantar la misa del descanso
se ha revestido sus sobrepellices
de honesto lino aldeano.

(Hermética al dolor que sinfoniza
el viento hereje en su acordeón helado,
el alma penitente del invierno
su rosario de lluvia está rezando).

Mientras en las esquilas de mis ojos
no ríe el sueño sus maitines zarcos,
es obediente como un agua fácil
la exégesis del lino en este canto.

En la dichosa intimidad del lecho
y con un libro fiel entre las manos,
me asiste la blancura de los linos
y de los folios consuetudinarios.

Blancura de poemas y blancura
de holandas campesinas en el tálamo:
entre tanta blancura –honradamente-
yo me avergüenzo de haber sido malo.

Corporifique la memoria nuestra,
en el albar del lino aldeano,
a las difuntas abuelitas buenas
que para adormecernos nos cantaron.

O finja bondadosas hermanitas,
tremelucientes de perdón las manos
para mi corazón que, en este lecho,
es una convaleciente de pecados.

O resucite rondas infantiles
en un lejano atardecer de mayo,
llorando la elegía del aquel gorro
de papel y de aquel sable de palo.

Náufrago en la doméstica pureza
del lino, reconozco a mis hermanos:
en la campiña, hermana de ojos verdes,
y en el cielo, hermanito de ojos claros.

A la caricia vegetal del lino
madruga un gozo musical de pájaros
dentro del corazón, como si fuera,
como si fuera el corazón un árbol.

Ha de dormirme melódicamente
el paisaje, de grillos estrellado,
y sonará en el caracol del pecho
la emoción melancólica del campo.



FIN

Si esta noche soñara con linares
floridos de pupilas de cobalto
¿serán, quizás, las novias del colegio
Que esta noche también me recordaron?



OCASO


El silencio se abrió como una llaga.
Crecen como recuerdos las estrellas.

Juega con un cantar la fuente huérfana
Y, en la yacente paz del horizonte,
Solloza el campo viudo sus luciérnagas.


LOS GOZOS DE DOÑA ERMITA

(5 a.m.)

Doña Ermita se despabila
y, asistida de Doña Luna,
en la jícara de la esquila
con maitines se desayuna.

(8 a.m.)

Doña Ermita, por la mañana,
cuando se apresta para misa,
pinta con rosa de sonrisa
las mejillas de su campana.

(12 a.m.)

Doña Ermita un rezo desgrana
para que dore, todavía,
sus mazorcas el mediodía
en el hórreo de la campana.

(6 p.m.)

Doña Ermita timbra en secreto
una lágrima y se emociona
cuando Don Ángelus, su nieto,
por ir al cielo la abandona.



EPITAFIO A UNA MANO DE LABRADOR

En el pentagrama del labradío
escribiste la música del trigo.

Tu erudición de soles y trabajos,
predicando palabras de sudor
halló crucifixión en el arado.

La noche de tu artesa repoblaste
de un universo lúcido de panes.

La amistad cotidiana de la tierra,
contagiándote toda, de tus dedos
hizo las cinco puntas de una estrella.

Crispada estás cual remansado río.
La eternidad es tu primer domingo.



GAITA EN EL MAR

La gaita iluminó como una luna
sobre los emigrantes pierrotescos,
en menguantes escuálidos de duda
y en plenilunios grávidos de aliento.

La gaita era redonda como un mundo,
entre el órfico abrazo del gaitero.

Como el vientre madura de la esposa,
como la cabecita del pequeño,
como el seno marchito de la madre
y la montaña familiar del pueblo.

En sístoles y diástoles, la gaita
me nutría con sangre de recuerdos.



ÍNDICE

ALCÁNDARA
LA ALCÁNDARA NEGRA
El azor del dolor se reintegra
Parábola del hijo pródigo
Noche
Soneto en sordina
La elegía de Adelaida
Interpretación del silencio
Responso en bronce mayor
Libro
introscopia
LA ALCÁNDARA BLANCA
Busca una alcándara de claridad
Fruto
Una carta a Teixeira de Pascoaes
Ausencia
Antonio Machado
Recuerdo
Cielo y río
La pajarita de papel
Juan Ramón Jiménez
LA ALCÁNDARA VERDE
Gana el pájaro azul de mi tristeza
Retorno
Ventisca
Seis versos a una ventana
Canto a las sábanas de lino
Madrugada
Ocaso
Hogar
Los gozos de Doña Ermita
Idilio
El carro de bueyes
Metáforas de los almendros
Epitafio a una mano de labrador
Preanuncio
Paisaje habitual
LA ALCÁNDARA AZUL
La nómada emoción
Proa
Invocación al Atlántico
Puerto
Crepúsculo
Gaita en el mar
Rumbo S.W.

Se acabó de imprimir este libro para la Sociedad Editorial Proa el 2 de junio de 1925 en los Talleres Gráficos El Inca, México 1416 Buenos Aires